GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 58)

LA EDAD MODERNA

IX.8. EL SIGLO XVIII (III)

Todo el Reino de Aragón -incluyendo en él Cataluña- se había decantado completamente por el archiduque. El ejército aliado que defendía sus pretensiones -formado por ingleses y portugueses- había seguido desde sus posiciones lusas el valle del Tajo y había tomado Madrid, como ya sabemos, en donde entra el austriaco. Allí es proclamado como Carlos III de España. Las costas del Mediterráneo sur estaban continuamente amenazadas por desembarcos de su armada. Algunas estratégicas ciudades de ellas -como es el caso de Cartagena- habían caído bajo su control. La ciudad de Murcia y todo su Reino ven cada vez más cerca la posibilidad de ser invadidas. Felipe V, consciente de la situación, se hallaba atrincherado en Burgos junto con sus incondicionales.

Esta situación se refleja obviamente en nuestra villa, cuya evolución vamos a analizar cronológicamente. El 27 de enero firma en Madrid el monarca una Real Provisión para controlar el cada vez mayor número de deserciones de su ejército, los cuales vagan por los pueblos y ciudades vendiendo lo que tienen y lo que no tienen para poder subsistir. Al ser desertores, debían evitar hacer acto de presencia en sus respectivos lugares de origen, donde, como veremos más adelante, eran buscados por la justicia. La cosa no era para tomársela a broma, a juzgar por las penas en que incurrirían quienes hiciesen caso omiso de la prohibición de adquirir cualquier artículo de esta procedencia:

…qualquiera persona que haia comprado de soldado qualquier alaja de su uso o arma no se le aga restituir la justizia a quien fuere sujeto el comprador con el recurso de qualquier ofizial sino que le sacara tambien doszientos ducados de pena si fuere persona Noble y si plebeyo se le embiara a galeras por quatro años…”

A mediados de año (24 de junio) cae Cartagena, según hemos visto. Una penetración de tropas medianamente abastecidas hacia Murcia contaría con éxito asegurado. El miedo, por tanto, se difunde en todo el territorio y rápidamente se aprestan a reforzarse y defenderse si llega el caso. Lo más inmediato, como es lógico, es pedir ayuda a los vecinos, produciéndose una situación similar a la originada en nuestra comarca en 1569 cuando los moriscos alpujarreños se habían levantado y la ciudad de Huéscar solicitaba amparo. Y curiosamente una de las ciudades a las que se dirigió fue precisamente Murcia. Y Lorca envió en aquella ocasión socorros igualmente.

Pues bien, ahora se han cambiado las tornas y los lorquinos lanzan el siguiente mensaje a quienes les puedan favorecer:

Aviendose entregado la ziud. de Cartag. a los enemigos el dia veinticuatro del corriente con el motivo de averse avistado la Armada en ella y siendo como era aquella Plaza Maritima el antemural y maior defensa de este Reyno de Murzia quedan todas las Ziudades Villas y Lugares, de que se compone con el cuydado y afliccion que se dexa discurrir expezialmente esta ziud. de Lorca que es la que se teme experimentar el que los enemigos pongan su conato y solizitud en conquistarla primero que otra alguna asi por la zercania q. tiene con dcha. Plaza de Cartag. como por nezesitar de sus esquimos y frutos (de que es notorio se abastezia) y por fazilitarles desde aqui la demas conquista de este Reyno y el de Granada zircunstanzias todas que las tiene esta ziud. muy presentes y con continuado desbelo y deseando concurrir al remedio de daños tan exorbitantes y de la gravedad que se considera en cumplimto. de su obligazion esta dando todas las probidenzias conbenientes a este fin: Y para que la mas vreve y vigorosa defensa y no pudiendo ser estas como el caso pide si no es concurriendo los pueblos zircunbezinos con el socorro de jente armada que permita la posibilidad de (?) pasa esta ziudad a suplicar a V se sirva por lo que le toca asistir a esta urgenzia mandando alistar y apromptar el maior numero de sus vezinos con armas corrientes para q. al primer aviso marchen al referido socorro y defensa de esta ziud. en que no duda se aplicara V con el singular esfuerzo y fidelidad q siempre a mantenido al rey Ntro. Sr. (q. Dios guarde) haziendo en ello su real servicio y a un mismo tpo. (tiempo) procurando la utilidad y conbenienzia propia en la conserbazion baxo amable dominio de S. Mag. de q esta ziud. se mostrara a V con la devida gratitud y una correspondenzia para quanto se le ofrezca y sea de su agrado guarde Dios a V los m. as. que pueda . Lorca y junio 30 de 1706″.

El 1 de julio se redacta y firma en Granada la orden de movilización general y petición de soldados armados, de lo cual tienen noticia los Justicias de la villa de Galera. Al frente de toda esta militarización está don Íñigo de Arroyo Santisteban, Oidor de la Real Chancillería y con residencia en Baza para controlar más cercanamente las comarcas que componen este territorio.

El día 15 se sube un grado más en la indudable tensión que debía sentir la villa y sus mozos en edad de ser llamados a filas, al llegar una petición formal de don Íñigo, en la que solicita hombres y armas con que acudir a la defensa de Murcia. La obediencia a este mandato por parte del Concejo de Galera debió de ser inmediata. Diez días más tarde el propio don Íñigo le escribe dándole las gracias “por el cuydado y zelo que an puesto” en el envío de los soldados de esta villa, que, junto con los de Castilléjar, ya han salido hacia sus destinos. Concluye su carta pidiendo tres caballos montados para la compañía de caballería que está organizando el Obispo de aquella ciudad.

Con esta misma fecha, Arroyo Santisteban autoriza al Concejo a detraer los intereses habidos por los préstamos en trigo que ha hecho el Pósito para invertirlos en la manutención de los cuarenta soldados aportados por Galera hasta que lleguen a Murcia:

Por quanto la villa de Galera a contribuido con quarenta soldados pagados asta dcha. ziud. de Murzia y zinco dias mas y se a balido de diferentes prestamos sin tener propios ni otros efectos para su satisfacion por cuia causa le doy y conzedo lizenzia para q. se balga del trigo que montaren las creces del prestamo que el posito a hecho a los labradores este presente año y lo pueda bender y aplicarlo para el efeto referido sin yncurrir en pena alguna ni que se (?) en las quentas y residencia que se le tomare q asi conbiene a el Real serv. de Su Mag. echo en la ziudad de Huescar a beinte y zinco dias del mes de julio de mil setectos. y seis años”.

En los primeros días de agosto Felipe V desplaza de Madrid a su oponente y la noticia es comunicada por el Presidente de la Junta de Granada al Obispo de Murcia, exhortándole a que dé gracias a Dios por ello, y a que haga demostraciones públicas de la alegría con actos de culto.

Mientras tanto, don Íñigo de Arroyo, que debía haber trasladado su residencia a Huéscar, vuelve a exprimir a los Concejos para obtener más socorros de los habidos hasta ahora. En esta ocasión insiste en echar mano de los dineros del Pósito -sólo a los intereses generados por los préstamos- para mantener la ya conocida compañía de caballos en Murcia. Y como los dineros de años pasados se deben haber agotado, indica que se disponga ahora de los venideros. En la misma carta recuerda que aún no han mandado a su destino los tres caballos pedidos el día 25 de julio, cuando ya están a 9 de agosto.

Nuestros soldados están destinados en el Regimiento de Infantería de don Antonio Monteluí, que se halla en Monteagudo, a un paso de Murcia. Y el Concejo de Galera está en contacto con dicho Regimiento en donde actúa como capitán don Andrés García Marques, natural de nuestra villa. Y a su vez el capitán se dirige a los Justicia el 24 de agosto recordando que los soldados de Galera allí destinados deben ser relevados por otros. En la misma carta el sargento mayor insiste en la necesidad del relevo, pues en caso de no ser así se perderá la buena fama que ha adquirido Galera entre los mandos de la agrupación militar por su valiosa colaboración.

Pero seguramente la moral -mejor aún los recursos- debe estar en horas bajas, porque el día 25 de este mismo mes vuelve a escribir don Íñigo a Galera, esta vez desde Granada, reiterando su reclamación sobre los tres caballos que debe aportar el pueblo a la compañía de Murcia. Ya no es posible dilatar más la entrega y el día 28 el escribano de Huéscar don Manuel Amorós y Bustamante da fe de la entrega que hace el regidor de Galera Antonio Bermúdez de los tres caballos.

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