AGRUPACIÓN MUSICAL ALLEGRO GALERA - CONCIERTO DE SANTA CECILIA - 2024
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GALERA TREINTA Y CINCO SIGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 46)
XI. LA EDAD MODERNA
LA RECONSTRUCCIÓN DE GALERA (III)
Uno de los trabajos de mayor urgencia era la construcción de las casas en torno al templo, delineando para ello previamente las calles con un diseño que se aparta claramente de la estructura de las poblaciones moriscas, de calles estrechas y tortuosas. A ello, naturalmente, ayudaba la disposición de los terrenos, que eran llanos y prácticamente no existían dificultades orográficas para su trazado. Parece que en ese año de 1596 ya se habían edificado unas cien casas, agrupadas alrededor de la actual plaza Mayor.
La iglesia era otra operación que no se podía aplazar y los trabajos para su reconstrucción se inician en 1595.
Para dirigirlos llaman a Juan de Pareja y Juan de Casanova, ambos de la ciudad de Baza, quienes disponen una cubierta que debía ser similar a la que habían quemado los moriscos. Pero en primer lugar había que reconstruir los portillos que se le habían hecho a la torre y al resto de la fábrica. Es fama que uno de los pobladores, Fernando, o Hernando, Duarte, extrajo todo el yeso necesario para la obra del barranco que aún lleva su nombre.
Por lo que toca a la techumbre -que es la pieza arquitectónica de más mérito, a causa de la cual fue declarado el edificio Monumento Histórico Artístico Nacional por Real Decreto del Ministerio de Cultura de 12 de noviembre de 1982- éstas son sus características estructurales1:
“El artesonado principal… responde al tipo de armaduras mudéjares de las llamadas de limas o de artesa; más concretamente de limas moamares.
Su estructura es muy simple: se adapta a una traza rectangular y está fomada por un lienzo superior horizontal (el almizate) y cuatro faldones o hastiales, que arrancando desde el referido almizate se biselan hacia afuera y en su contacto -dos a dos- forman una especie de artesa invertida. En la intersección de los faldones más largos (las gualderas) y los correspondientes de la cabecera y los pies -más cortos hacia los lados que los anteriores-, se configuran los elementos denominados limas. Éstas no son excesivamente anchas, sino de calle más bien estrecha y con las arrobacas bastante visibles, disponiéndose a modo de prolongación de las péndolas de las alfardas.
En la tablazón intermedia se articulan -de gualdera a gualdera- seis tirantes, dobles y apoyados sobre pequeños canes; e igualmente se observan otros cuatro tirantes, más pequeños -los cuadrantes angulares-, cuya función esencial es la de reforzar los hastiales y de paso romper -con sentido decorativo- en esquema diagonal la monotonía general de la estructura.
La solera, propia de las armaduras mudéjares granadinas, ha desaparecido en este caso, quedando reducida a un filete que corre por debajo del estribo y a ras de los canes. Por encima del estribo y ocluyéndolo se puede constatar la breve presencia del almarbate; y, en la línea de las tabicas y en sus intermedios, las alfardas, la presencia del argeute, que cubre el arranque de éstas”.
Toda esta obra de carpintería presenta una decoración absolutamente geométrica -típica por otra parte del estilo al que pertenece- cuyas particularidades son así:
“Lo más destacable de esta interesante armadura… es el abigarrado uso de la lacería árabe en múltiples juegos geométricos, así como la minuciosidad y detallismo del tallado de su madera. Pocos artesonados tienen la enorme calidad de dibujo que éste presenta.
La decoración… es del tipo y técnica conocida por el nombre de apeinazada… En ellas (las estructuras mudéjares andaluzas) los pares y nudillos tienen un valor sustante y la clavazón se incorpora generalmente por el trasdós. El peinazo es un tipo de lazo, de clara influencia almohade, caracterizado por el sentido poligonal de su entramado.
… el almizate, a simple vista, es una plancha profusamente decorada, compuesta por lazos, que van formando tiras perpendiculares entre sí, y atravesadas, a su vez, por otras tiras diagonales, que se engarzan mediante estrellas de ocho puntas y polígonos de seis lados; y así hasta unirse con el lazo de los hastiales. En el caso del citado almizate, el lazo conforma una rica lacería ataujerada, donde el lazo se sobrepone a la estructura base, clavándose ésta por el intradós.
Elementos interesantes de este paño horizontal… son las famosísimas piñas; las cuales, en un total de seis, cuelgan de lo más alto y, teniendo por asiento un polígono de ocho lados, se van transformando en una especie de cono, picado de mocárabes, parecidos a las cupulillas gallonadas excavadas y conocidas por chillas…
… los hastiales… son los que conforman prácticamente su catalogación como ornatos apeinazados. Las tabicas -divididas en casetones apenas visibles- y las alfardas -muy suavemente agramiladas- se ven atravesando perpendicularmente por los peinazos; concretamente en el arranque del argeute, en la mitad aproximada de los hastiales y en la zona de contacto del almizate. El lazo, no excesivamente complicado, va formando una sucesión de rombos intercalados y calados, en un bello juego ornamental. Cada cinta del lazo, a su vez, se decora con un agramilado especial, a base de líneas rehundidas, que siguen las angulaciones propias de las estrellas y polígonos.
… la tablazón intermedia… presenta seis destacados tirantes, en los que son visibles los lazos apeinazados. Estos está proyectados con modelo de polígonos de seis lados -de formas irregulares-, dos de los cuales sobresalen, en cada tirante, del perfil normal. Todos los tirantes son iguales en su dibujo y de nuevo presentan, como en toda la alacería de la armadura, una suave línea rehundida -y más oscura-, que sigue el trazo del esquema general.
Debajo y a cada lado de los citados tirantes, se encajan los canes, dobles y del tipo llamado lobulado. No son demasiado grandes ni tienen una decoración especialmente destacada.
Tanto la -casi ocluida- solera, como el estribo y el almarbate son muy sencillos en lo ornamental, distinguiéndose sólo unos delgados filetes simples y muy monótonos.
Los cuadrantes, colocados entre cada dos dos estribos contiguos, son claramente más cortos, aunque del mismo grosor, que los tirantes normales. Su decoración es distinta a la de éstos y toda ella a base de polígonos regulares de seis lados y trapezoides, opuestos entre sí entre cada alternancia. Su lazo sigue siendo agramilado y su apoyo se hace igualmente en pequeños canes, también de lóbulos”.
Hasta aquí, la descripción técnica de la estructura y decoración de la nave principal de la iglesia. En la parte de levante se prolonga el presbiterio, sobre el cual gravita la cúpula octogonal, igualmente de estilo mudéjar, aunque con una decoración claramente menos abigarrada que la artesa.
“…(la) cubierta disiente ostensiblemente de la estructura mudéjar anteriormente estudiada. Se trata de una armadura de las llamadas… armaduras octogonales en ochavo.
Su estructura es muy simple: techumbre de base octogonal regular, cubriendo una estancia cuadrada -que es frecuente en estos casos-. El paso del cuadrado al octógono se realiza mediante cuatro pechinas, que funcionan a modo de cuadrantes.
Su centro lo ocupa una estrella radial de 16 puntas, de las que surgen -cada cuatro- las piezas radiales que componen el octógono, en un total de ocho, limitadas por las limas -también ocho., de calle muy ancha y que dejan bien visibles las arrocabas. Son con evidencia limas moamares.
Comprenden el despiece total las tabicas y los pares, éstos muy salientes, los cuales se ven intercalados por bandas de lazo apeinazado, que ya analizaremos. Remarcan al octógono el estribo y una pequeñísima solera, descompuesto aquél, a su vez, en ocho secciones”.
Al analizar los elementos propiamente decorativos que componen esta cubierta, se puede observar que
“En general toda la estructura podría considerarse decoración, ya que de por sí este tipo de armadura es de gran belleza, en la que se conjugan con gran delicadeza la armazón propiamente dicha y su ritmo, su sentido de la articulación.
Las cuatro pechinas, en primer lugar, hacen uso del lazo ataujerado, para así poder rellenar todo su espacio y además con un sentido típico del mudejarismo granadino, donde lo interesante es utilizar el lazo con sucesivas bifurcaciones, que vuelven alternativamente en direcciones opuestas, intentando conseguir de este modo una superficie cubierta en un perfecto orden.
En el ochavo propiamente dicho son de destacar tres cenefas de lazo apeinazado que recorren, en sentido circular, todo el octógono. En realidad sólamente las encontramos en el arranque del estribo; en el final -casi en contacto con las puntas de la estrella- y en el centro del conjunto, con la particularidad de que las dos primeras aludidas son dobles y alternas, y la última es de una sola tira, aunque también alterna.
Las cenefas presentan un sistema decorativo donde juegan pequeños cuadrados con motivos ajedrezados, intercalados por huecos ciegos. El ajedrezado combina piezas de colores claros -casi blancos- con piezas de madera más oscura, lo que hace muy buen efecto”.
Un aspecto que igualmente tiene una destacada importancia en cualquier edificio con pretensiones artísticas es su parte técnica. Ambas, la decorativa y la puramente arquitectónica, deben estar en sintonía para alcanzar la armonía que se busca. Éstas son las puntualizaciones que se pueden hacer a la parte meramente técnica del templo parroquial:
“Tanto la iglesia de la Encarnación como tal, como sus techumbres mudéjares, son destacados exponentes de las construcciones del siglo XVI, debidas a los intentos restauracionistas de los Reyes Católicos. En nuestro caso, es doblemente interesante por estar íntimamente ligados a las influencias del famoso estilo Cisneros -pujante en el siglo XVI-, de arraigo en Toledo y territorios gobernados entonces por la mitra toledana, y por combinar un gusto y elementos formales morisco-renacientes, muy de la zona sur de España.
Hay que destacar, como elementos objetivos de interés, su organización general y sus soluciones estructurales y constructivas, así como su volumen…
Consideramos que esta obra, que claramente presenta una calificación de interés nacional, debería ser inmediatamente protegida mediante una declaración urgente…”.
En 1596, el día 20 de octubre, tiene lugar la fundación de la hermandad religiosa más antigua de que tenemos noticia en nuestro pueblo, bajo el patrocinio del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Los nombres de sus cuatro promotores nos han llegado a través del tiempo, alguno de los cuales ya conocemos, por ejemplo a Rodrigo Navarro y a Pedro Álvarez de Rodenas. Los otros dos, Juan Blanes y Pedro Pérez, procedían respectivamente de Ibi y de Villena.
“… y estando en visita general en esta villa el Licenciado Alonso de Yegros, Provisor y Vicario General de la ciudad de Baza y su Abadía por ante Pedro Martínez, Notario de su residencia, confirmó las referidas constituciones”
Finalizadas las obras del tempo parroquial, el beneficiado Juan Rubio, nombrado como cura regente, procede al solemne traslado del Santísimo Sacramento desde la ermita de San Marcos -donde había estado reservado- hasta el altar mayor del remozado edificio. Era el año 1598 y el siglo XVI concluye. El siguiente va a ser un período de relativo sosiego para la reconstrucción física y moral que Galera tanto estaba necesitando.
1 Cuando redactábamos este libro, antes del año 2000, desconocíamos la autoría de este magnífico artesonado. En la actualidad (2021), nos ha llegado la noticia de quiénes fueron sus dos artífices. Se trata de los carpinteros vecinos de la ciudad de Granada Pedro de Mescua y Diego Vaquerizo. En nuestro libro LA PARROQUIA DE LA ANUNCIACIÓN DE GALERA. HISTORIA MILENARIA Y PATRIMONIO (2019) se amplía esta nota en su página 40.