GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 63)

LA EDAD MODERNA

IX.8F. LA ADMINISTRACIÓN EN EL SETECIENTOS (II)

Como hemos podido ver en el Catastro de Ensenada, la presencia permanente de una guarnición militar en la villa es una novedad con respecto a épocas anteriores. Éste es otro dato que nos habla de la progresiva complejidad que iba alcanzando aquella sociedad. Pero esa fecha de 1752 no es la primera en que aparecen noticias sobre la creación y mantenimiento de cuarteles en la zona. En 1759 hay una referencia al regimiento creado en Baza y al cual Galera aporta ocho soldados, amén de los gastos que supone la adquisición de sus uniformes. En años sucesivos seguirán las noticias relativas a este cuerpo armado. Concretamente en 1763 el Concejo ha de pagar 336 reales y 32 maravedíes, correspondientes a este concepto y dos años más tarde volvemos a encontrar datos sobre gastos de esta índole.

La evolución también ha afectado a las formas y maneras en que se accede a los cargos de oficiales del Concejo, pues no en vano ha transcurrido más de siglo y medio desde aquellas elementales ceremonias. Ahora, reflejando al fin y al cabo protocolos mucho más sofisticados -no se olvide que hemos entrado en el área de influencia borbónica- que se dan en ambientes palaciegos donde la etiqueta va adquiriendo una mayor preponderancia, vemos a nuestros alcaldes, regidores y procuradores actuando según un más complejo protocolo.

Así se producía, en el año 1755, la toma de posesión de los nuevos miembros del Concejo de la Villa de Galera, que ya eran nombrados por la nueva Señora de la Casa, Doña María Vicenta de Zúñiga Pacheco, la cual ocupaba el XIV lugar en la sucesión en la Casa de Baza y el 71 en la de Zúñiga desde los primeros meses de 1751:

«En la villa de Galera en siete dias del mes de enero de mill setezientos y zinquenta y zinco años estando en ayuntamiento como es costunbre sus merzedes los señores don Bernabe Sanchez Garcia governador teniente y justizia maior de esta villa y la Orce don Andres Romo Garcia y don Manuel Garcia alcaldes ordinarios don Antonio berdejo y don Thomas Domingo y Salzedo Regidores Conzejo Justicia y Regimiento de ella don Juan Rosa Aro citado y concurrido este Cabildo como asi mismo don Matheo Perez Aro don Hermenegildo las Eras y don Jº Thomas Amoros vecinos de esta dcha. villa y Domingo Gil y por dcho. Sr. Governador estando todos suntos se exibio el titulo de eleziones q. antezede el que abiendose leido por mi el essno. de verbo ad verbum y oido y entendido que fue por dchos. Sres. obedeciendolo con el respeto devido mandaron se guarde y cunpla y execute en todo y por todo segun y como en el se prebiene y manda; y practicando su observancia dcho. Sr. governador recibio juntamente por ante mi el essno. conforme a dº (derecho) de los dchos. don Jº Rosa Aro y don Matheo perez don Hermenegildo las Eras y don Jº Thomas y Amoros quienes abiendolo hecho ofrecieron en primer lugar defender y guardar la limpieza y pureza de la virgen Maria nuestra Sra. conzebida sin pecado orixinal desde su primer instante en su conzepcion; y assi mismo cunplir con la obligazion de sus oficios bien fiel y lealmente segun su leal saver y entender en cuio supuesto dcho. Sr. Governador tomo la vara que esta en la mano y poder del señor don Andres Romo y besandola la puso en mano y poder del señor don Jº Rosa Aro y la q. estava en mano y poder el Sr. don Manuel Garcia Aro la beso y la puso en mano y poder del Sr. don Matheo perez Aro y las llaves del archivo y estancos q. estavan en poder del Sr. don Antonio Berdejo las tomo y puso en poder de don Hermenegildo las Eras. Y assi mismo le dio la posesion de la vara de ministro de conzejo a Domingo Gil y todos los vezinos de esta villa y a todos los puso su merzed y dejo en quieta y pacifica posesion y sin contradicion de parte y su merzed mando se les guarde todas las honrras y preeminencias que les son devidas y se manda con el titulo y de que an gozado sus antezesores en cuia forma se acabo y finalizo este cabildo que firmaron sus merzedes dchos. Sres. de que yo el essno. doi fee»

El día 10 de agosto de 1759, a las cuatro de la mañana, fallece en Villaviciosa de Odón el rey Fernando VI, de cuyo suceso recibe noticia el Concejo de la villa de Galera en los siguientes términos, comunicada por la Reina Gobernadora y madrastra del monarca, doña Isabel de Farnesio, :

«Viernes del corriente a las cuatro y cuarto de la mañana Jesuchristo Ntro. Sr. se a servido de pasar de esta a mejor vida al rey ntro. Sr. Don Fernando sexto1. La perdida que con esta muerte se me a seguido y a estos reinos me deja con el dolor y sentimiento que podeis considerar y abiendo yo por gobernadora de ellos en virtud de poder del rey don Carlos Terzero mi señor y mi muy amado hijo y la ultima disposicion del expresado Sr. Rey don Fernando os lo he querido adbertir para que como tan buenos y fieles vasallos me ayudeis a sentirlo y cunpliendo con vuestra obligazion dispongais que en esa ciudad se agan las onrras funerales y demostraciones de sentimiento que en semejantes casos se acostumbra»

No obstante ello, al día siguiente -27 de agosto- la misma Reina Gobernadora proclama esta vez a su hijo Carlos como rey de España con el nombre de Carlos III. De ello también se recibe en el Concejo la oportuna información:

«… abiendo suzedido en estos Reynos el Rey mi señor don Carlos Terzero mi muy caro y amado hijo por fallecimiento del Rey mi señor don Fernando Sesto… y siendo consiguiente el que sea pronto aclamado y levante pendones en su real nombre en las ciudades y villas de estos Reynos que es costunbre os mando que luego que recibais esta con la mayor brevedad executeis este solemne acto aunque no hayais hecho las exequias acostumbradas por el señor rey don Fernando teniendo de aqui adelante por tal rey al señor don Carlos Terzero…»

Debía pensar la reina gobernadora que los duelos con pan son menos y mucho menos con un hijo en el trono español. Ello la consolidaba como reina madre frente a su anterior posición, que se podía haber calificado de inestable como mínimo.

Y si el Gobierno del rey muerto había resultado muy positivo para los intereses de España, la actuación de Carlos III se va recordar en la historia como una de las más positivas de todos los tiempos. Que no en vano fue el mejor alcalde de Madrid.

Y precisamente hablando de Madrid, a partir de noviembre de este mismo año de 1759 los vecinos de Galera se sentirían con todo el derecho de visitar la Villa y Corte. Por lo menos de viajar a ella. Todo porque, dentro de la política de los sucesivos ministros que el país tiene la suerte de que lo dirijan, es muy importante la construcción de vías de comunicación que saquen al país del secular atraso en que está postrado. Como todos se van a beneficiar de estas obras, todos han de colaborar en ellas. Así, el Corregidor de Granada, marqués de Campo Verde, informa al ayuntamiento de Galera que en el reparto habido para la construcción del camino de Madrid a Granada le han correspondido doscientos ochenta y cinco reales.

Pero la alegría en la casa del pobre no dura mucho. Y en el ayuntamiento de Galera debió de causar sensación el encarcelamiento del alcalde don Manuel Tomás Romero, hecho que aparece como cierto el día 16 de noviembre de 1763, sin que se nos dé más detalle sobre las causas de esta decisión del Tribunal de Tabacos. Aunque nos lo podemos imaginar. Y es que el tabaco siempre le ha sentado mal a la gente.

Pero para lo que se está cociendo en Madrid, este pequeño suceso de la vida diaria de un pueblo perdido allá en el Reino de Granada es una nimiedad. La documentación del Archivo Histórico de Galera nos sorprende de pronto con noticias sobre asomadas, sedición, insubordinación… No es que en la villa se haya llegado al extremo de manifestaciones populares de carácter reivindicativo y tumultuoso. Pero sí ha ocurrido en otros lugares y con la suficiente gravedad al parecer para que en la capital de la nación se tomen medidas precautorias para evitar estas revueltas. Pero hemos de ir por partes.

El programa de reformas que comenzó a aplicar Carlos III puede estar muy bien, siempre que lo veamos con la perspectiva que nos permite la distancia temporal de casi siglo y medio. Es indudable que todo cambio ha generado en la sociedad inquietud ante lo desconocido. La Historia está llena de actitudes negativas ante la inminencia de un cambio que afecte a nuestras vidas de una manera directa. La población del Madrid de estos años sesenta del siglo XVIII asistía más o menos impasible ante las modificaciones de casi todo tipo que el monarca y su ministro Esquilache llevaban a cabo.

1 Alguien del pueblo debió sentir este fallecimiento de una forma más directa, ya que sólo unos meses antes, concretamente en febrero, el rey había perdonado a la villa contribuciones por un montante de 7.266 maravedíes.

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