GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 95)
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FECHA Y ANTECEDENTES ACERCA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA CIUDAD IBÉRICA DE TÚTUGI Y DE SU NECRÓPOLI. LUGAR DE LAS RUINAS DE ESTA CIUDAD IBERORROMANA. RAZONES PARA TAL ATRIBUCIÓN. SITIO QUE OCUPA LA NECRÓPOLI IBÉRICA. ESTRUCTURA GEOLÓGICA DE AQUEL SUELO.
III
Según nuestro modesto juicio, aquellas inscripciones pueden ser las mismas que copia pésimamente el aludido sacerdote, cronista de Galera, y debieron extraviarse dos, así como la notabilísima geográfica1.
Quizá procedan de ese monumento que se construyó en honor de Gordiano, los restos arquitectónicos que se ven en la obra de la ermita de Santa Ana, reedificada al pie del Cerro del Real y consistentes en sillares con que se levantarían dos de los ángulos o esquinas del primitivo monumento. Esas piedras aparecen labradas figurando pilastras en dos lados contiguos, con el fuste estriado y ovos por motivo decorativo de los capiteles, y tal vez también una serie de basas, que se ven esparcidas alrededor del actual calvario.
La segunda prueba fehaciente de que en el Real estuvo Tútugi la tenemos en otra lápida epigráfica hallada m sim, en las ruinas de un templo o basílica descubiertas al azar en las rebuscas de los tesoros que soñó y profetizó Marta.
Este edificio, del que aún subsisten en su lugar las bases de columnas del pórtico, se levantó en lo más elevado de la acrópoli de Tútugi, a pocos metros del extremo Sur de la ciudad, donde se ven restos de un gran torreón y de los fosos que aíslan el Real de las lomas inmediatas.
Entre sillares labrados de mármoles y de piedra caliza, exvotos, entre los que se halló un pie humano de barro, fragmentos de columnas, etc., etc., había el neto de un gran pedestal, sobre el que erguíase en otro tiempo majestuosa estatua, mayor de tamaño natural, a juzgar por las improntas de los pies marcados en su cima.
El padre Fita lee e interpreta la inscripción de este edificio del modo siguiente2: “Divae Iuliae aug(ustae) aviae D(omini) n(ostri) M(arci) Aur(elii) Severi Alexandri pii fel(icis) aug(usti) Resp(ublica) Tutug(itanorum)” “A la divina Julia Augusta, abuela de nuestro señor Marco Aurelio Severo Alejandro pio feliz augusto, la República de Tútugi consagró este monumento.”
Procuremos ahora describir a grandes rasgos el área y sitio que ocupa la necrópoli de la población ibérica de Tútugi que, dada la extensión, magnificencia y número de sus sepulturas y monumentos funerarios, testifica lógicamente la riqueza y boato, así como el censo crecido de la ciudad prerromana, que eligió como solar el Cerro del Real.
La necrópoli de Tútugi abarca un área que se extiende varios kilómetros, y se divide en tres zonas, como puede verse en el plano general de las excavaciones. Las (los-zonas de mayor interés y consideración hállanse frente al Real, al lado opuesto de la fertilísima Vega regada por el río de Orce, en la serie de lomas y cerretes cuyas líneas generales pueden demarcarse en un gran cuadrilátero, uno de cuyos lados, el de Oeste, es el camino Vecinal viejo de Galera a Huéscar, que corre paralelamente con el río que desciende de esta última villa confluye con el de Orce frente a Galera; el del Norte, la Vega donde radican los rincones de Almacil y Cortijo de Torralvilla, hasta, el empalme del camino de la Puebla con el de Riego Nuevo; el de Este, una línea que, partiendo desde este último empalme y pasando por la Cuesta de Faz en la loma del Puente Tomás y la Vega de Almacil por el Rincón de Vente Vacío va a morir entre el Cortijo de la Cañada de Castaños y el Molino de Morillas, y por el Sur otra línea que desde este último punto llegue hasta la unión de los tres caminos vecinales de Huéscar, la Puebla y Orce. (Véanse las láminas I, H y IV.) Sus dos zonas se delimitan por la vega del Almacil, que cruza el anterior cuadrilátero transversalmente.
Se encuentra la tercera zona de la necrópoli de Tútugi al Este del Real, en la misma vertiente de la cuenca que vierte sobre la vega denominada Alpanchía, encerrada en el corto espacio en forma de herradura, de la pequeña Cañada de los Metros, entre la cual y las ruinas de Tútugi se interpone tan sólo otra, que lleva el nombre de la Desesperada. (Véase la lámina III.)
Por la constitución geológica de este país nos explicamos el rudo contraste de color, luz y vegetación que existe entre las vegas que enriquecen la comarca y el contorno árido y de una blancura tan acentuada, que forman los cerros y lomas de la necrópoli, donde en verano reverberan tal cantidad de luz y calor que se dificultan extraordinariamente los trabajos de excavación. La vega se compone principalmente de arcillas rojas, alternando en algunos sitios con capas de arena. Esas tierras, sumamente fértiles por las aguas que las riegan, constituyen el nivel inferior de los tres en que se distribuye la formación geológica de la comarca. A. él se superpone otro de margas yesíferas, y sobre ellas se asienta el terreno calizo llamado de los páramos. Ambos niveles son los que constituyen la zona general de la necrópoli, en la que, por la naturaleza del suelo descrito, no nace vegetación alguna y es del todo estéril. A causa de las circunstancias geológicas reseñadas, en todas las lomas que se han demarcado de la necrópoli, en particular en las zonas I y II, se denudan las crestas y, por erosión de las arenas, se han formado innumerables conos o cerretes, en los cuales se ocultan las Sepulturas de mayor riqueza y significación. Otro núcleo grande de Sepulturas se cobijan bajo los aleros de los bancos de caliza.
El resto del país es diluvial, y las sierras inmediatas, como la Sagra, Periate, María y las de la Puebla de Don Fadrique, corresponden al jurásico superior.
1 Una de las cuatro lápidas del cronista beneficiado de Galera, don Marcelino Fernández, la que dedicó un Publio Atelio al emperador Marco Aurelio, se cita por Tárrago y Torres López en la obra mencionada, pág. 121.
2 Boletín citado. Publicóse de esta inserción, así como de otras singularidades de Galera, un fotograbado en la revista Mundo Gráfico, en el número correspondiente al I.” de agosto de 1917.
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