Seguramente ilustrado por las corrientes más vanguardistas de la época en cuestión de investigación arqueológica, el Ayuntamiento da licencia este día a don Manuel Romero Ortiz, vecino de Huéscar para “hacer exploraciones en terrenos baldíos de este pueblo con el fin de buscar utensilios antiguos que presume hay en ellos”. Y como no puede ser menos en unos perfectos administradores de los bienes culturales públicos, los ediles ponen las siguientes condiciones: Que no pueda adquirir derecho sobre ninguno de los terrenos que explorará; el alcalde u otro miembro del Cabildo vigilarán las operaciones de búsqueda, advirtiendo que la mitad del valor de lo hallado será para el pueblo; el solicitante designará con exactitud los lugares que pretende investigar. Muy felices se las prometía el señor Romero cuando a la semana escasa del acuerdo municipal llega a la villa un oficio del Gobierno provincial suspendiendo el referido permiso.