GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 95)
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GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 55)
IX.8. EL FACTOR RELIGIOSO (II)
No debieron alcanzar los dineros de la “pámpana” muy allá. Después de algo más de tres años la ermita no está acabada. El horizonte no se ha despejado. Hasta 1657 no volverán las lluvias a caer regularmente, por lo que las malas cosechas se han ido sucediendo año tras año y la escasez sigue atenazando las voluntades. Sin embargo es posible que la otoñada de 1656 se haya presentado buena y los ánimos hayan renacido. Esa puede ser la explicación al acuerdo que toma el Cabildo en los primeros días del año entrante:
“En la vª de galera a vte. y un dias del mes de enero de mill y seiszientos cinquenta y siete años el cabildo desta vª por ante mi el essnno. conbiene a saber diego rodriguez y Jº de aro alcaldes gaspar bicente grabiel (sic) de biñas rexidores dixeron estando juntos en su cabildo que por quanto los bezinos desta billa unanimes y conformes dieron principio a una ermita y santuario de la adbocacion de mi señora santana y con la ayuda de las limosnas q. todos an dado se an alçado las paderes (sic) todas de piedra y porque se acabe dcha. obra de poner en toda perffecion conbiene q. todos los bezinos acudan con sus limosnas y atento a q. al presente por estar alcançados y pobres no podran acudir con lo q. quisieran por tanto mandaron q. al pie de este auto se bayan asentando las mandas que cada uno tubiere boluntad de dar a dcho. effeto con declarazion q. lo q. asi ofrecieren dar de limosna para dcho. effeto lo que no se diere luego se a de (palabra ilegible) el dia de ntra. señora de agosto primero benidero de este año sin que en ello pueda aber ni aya dilazion lo firmaron”.
Y debieron concluir la obra puesto que, como hemos visto con anterioridad, en 1674 el Concejo nombra mayordomos de las ermitas, entre ellas la de “mi señora santana”. La imagen la costeó Marcos de Zacares, que la mandó hacer en Granada, y llegó a la villa en febrero de 1659. Según don Marcelino Fernández, “…tiene sentada a la derecha en la rodilla a la niña María y en el brazo izquierdo el Niño Dios, hija y nieto”.
Con la llegada de 1665 -año que no parece estar entre los de extremada sequía- tiene lugar la fundación de dos nuevas hermandades, esta vez bajo el patrocinio de la Virgen de la Cabeza y de San Isidro Labrador.
La devoción mariana en su advocación de la Cabeza se difunde por gran parte de la mitad Este de Andalucía. Precisamente nuestra comarca viene a ser el límite oriental de dicha área. Benamaurel, Cúllar, Huéscar, María, Orce y Zújar son los pueblos, que junto con el nuestro, adoptaron en uno u otro año de este siglo XVII o del anterior la festividad de la Virgen de la Cabeza y en todos ellos existen ermitas y celebraciones más o menos importantes.
Por lo que se refiere a Galera, cuenta don Marcelino Fernández que en los años previos a la repoblación, los pocos vecinos que entonces había en la villa acudían al santuario que había entre ésta y la de Orce, en término orcense. Hasta que debió surgir algún desentendimiento entre ellos.
“Pero en 1665 los vecinos de ambas villas tuvieron no sé qué desazón y principiaron a desunirse. Y siendo alcaldes Bartolomé Fernández … y Blas Sánchez, determinaron que se fundara una ermita con el título de la Cabeza y se juntaron 22 hermanos que principiaron a hacerla y tiene ocho varas en cuadro y la imagen la trajeron de Granada”
Posteriormente, el propio don Marcelino aporta nuevos datos sobre la referida ermita, fechados ya en 1732, la cual él mismo manda agrandar. A principios del siglo XIX el santuario está prácticamente abandonado, según nos cuenta Juan Bautista Solsona a quien haremos referencia en el capítulo dedicado a esta centuria.
Las escasas noticias que tenemos sobre la construcción de la ermita de San Isidro nos la proporciona el acta del cabildo de 21 de septiembre del ya citado año de 1665. Como hemos repetido, el Concejo designaba anualmente a los mayordomos de tales ermitas y con esta fecha encontramos que se nombra a Isidro Martínez como encargado de la de su santo. Como los presupuestos también irían alcanzados, la obra del edificio no conoce su fin hasta cinco años más tarde. Los labradores se encargaron de culminarla, reconociendo así su patronazgo.
Por lo que a San Antón se refiere, sabemos que en estos años existía una imagen suya en un cortijo de Fuente Amarga, propiedad de don J. Pedro de Rato, vecino de Huéscar. Seguramente se había ido consolidando la costumbre de, en los días en que se celebra su festividad, trasladar dicha imagen a Galera, donde se le ofrecía una función. Por las circunstancias que fueren -arraigo y extensión de la costumbre en la mayoría de los vecinos, incomodidad de transitar por los caminos en esas fechas tan dadas a factores climatológicos adversos- se decidió fundar una ermita al pie del Calvario y adquirir un San Antón, lo que se llevó a cabo en 1670 siendo párroco de la villa don Isidro Amorós. Y, como cuenta don Marcelino Fernández, “dándole principio a las funciones anuales con pólvora”. Que no podía faltar.
El templo parroquial iba a cumplir ya los cien años desde su reconstrucción y los fieles tal vez echaban de menos una dependencia específica para albergar en ella el Sagrario. La idea debió ir madurando en estos últimos años del XVII y poco a poco ir consolidándose y entusiasmando a los vecinos. Así que en torno a 1680 se levanta en la fachada norte del templo, junto a la torre, la capilla más importante con que se enriquece la fábrica. El tiempo no ha pasado en vano y con él las modas arquitectónicas. Siguiendo, por consiguiente, las nuevas corrientes, se adopta por los constructores la decoración barroca que ostenta dicha dependencia. El coste de esta sobresaliente obra corrió a cargo “de un buen Antonio Rodríguez, que, además hizo las campanas de las ermitas y una infinidad de cosas”.
Un hijo de este rico propietario galerino, don Benito Rodríguez Blanes, párroco de Las Angustias y Santos Justo y Pastor -de Granada- fue destacado pintor. Por su dirección se hicieron las imágenes de Ntro. Padre Jesús Nazareno y San Miguel Arcángel en 1734. Antonio Rodríguez, concluidas las obras que se había propuesto se fue a Granada, donde murió el 22 de mayo de 1737.
La íntima relación que hay entre el aspecto civil y religioso en esta época se refleja perfectamente en los Autos de Buen Gobierno que, de vez en cuando, decretan las autoridades concejiles. Junto a normas propiamente organizativas de la vida diaria de los vecinos, se dictan otras que están especialmente vinculadas al desarrollo de actos meramente eclesiásticos: “… que todas las ocasiones que saliere el santísimo sacramento por viático a los enfermos, todas las personas de catorce años arriba que se hallen en la villa acudan a acompañar a su magestad, pena de una libra de cera aplicada para la cofradía”
Éste puede ser un indicio de la existencia de la Hermandad de la Virgen del Rosario, a la que se refiere don Marcelino Fernández sin aclarar fecha de fundación a cargo del beneficiado don Juan de Salmerón, compuesta al principio por treinta miembros.
“… que ninguna persona casada ni manzebo sean osados a jugar ningún género de juegos que sea a los naipes en los días de fiesta antes ni mientras mayor y mientras se reza el rosario de María Santísima públicamente por las calles”
“… que los labradores no tengan las carretas ni carros en las calles públicas y acostumbradas ni en la plaza por el mal parecer y estorbo y para las procesiones que se hacen…”
Tal vez donde más palpable era la colaboración entre las autoridades civiles y religiosas fuese en el ámbito de la escuela primaria. Diversos documentos nos hablan de esta interrelación en la que vemos cómo a veces en ausencia de maestro ejerce sus funciones el sacristán. En otras podemos leer contratos mediante los cuales el maestro correspondiente se comprometía a impartir una programación completamente impregnada del espíritu religioso de la época.
Hay constancia de la existencia de una escuela primaria en 1675, a cuyo cargo estaba Francisco Méndez. Y no debió ser cosa pasajera puesto que veintidós años más adelante se hace alusión a otro de los maestros de la localidad, Andrés Sánchez.