Tanto en Galera como en Orce, principalmente, el movimiento sísmico fue de una intensidad que nadie recordaba en la comarca. Es, sin duda alguna, uno de los más fuertes que se han sentido en Andalucía, y España, en el siglo XX.

Por  la hora en que tuvo lugar, hacia las 3’30 de aquella madrugada, y por la circunstancias en que se desarrolló, acompañado de un fortísimo ruido, similar al de un trueno, ly un apagón general del alumbrado público, la población se lanzó a la calle completamente aterrorizada.

Afortunadamente, no se produjeron víctimas humanas y apenas si causó daños materiales en los edificios. Únicamente la iglesia parroquial y el cine se vieron afectados en alguna medida.

A aquel terremoto siguieron muchos otros, perceptibles por la población, que la mantuvieron en estado de aletra prácticamente todo aquel verano.

En los primeros días fueron muchas las personas que abandonaron temporalmente el pueblo intentando huir de alguna catástrofe.

Al año, en acción de gracias por no haber ocurrido desgracias, el entonces párroco, don Carlos García Padilla, dispuso que la imagen de la Virgen de la Cabeza, que había sido trasladada desde su ermita hasta el templo parroquial para posteriormente subirla en procesión tal y como se acostumbraba desde hacía tiempo, procesionase ese mismo día 9 hacia su santuario. Desde entonces, se ha mantenido esta práctica hasta la fecha.