DESCRIPCIÓN, POR ORDEN GEOGRÁFICO, DE LAS SEPULTURAS DE LA NECRÓPOLI DE TÚTUGI Y DE SUS AJUARES RESPECTIVOS.

Vista general de las zonas I y II. Foto original    Vista general de la necrópolis. Foto original

VIII

Antes de dar principio a la descripción de cada una de las sepulturas de esta necrópoli, como el lector ha de ver al instante la ausencia de detalles en muchos enterramientos, hay que hacer presente, como nota preliminar y a la vez como descargo, que los monumentos funerarios de mayor visibilidad externa fueron de antiguo expoliados, sin poder distinguirlos apenas de otros muchísimos que, al parecer, jamás encerraron ajuar ni restos humanos, como si no se hubiesen utilizado; y respecto de los cuales creemos que tal vez fuesen de respeto, en recuerdo de personas fallecidas fuera de su hogar, combatiendo probablemente en tierras extrañas, y cuyos restos no fuese posible trasladar a la cámara tumular propia 1.

Esta última hipótesis, aventuradísima, sin duda, la hemos admitido ante la excavación de varios túmulos que indudablemente no hallamos profanados, y sin embargo, carecían de ajuar. Estos conservaban a veces íntegra su cubierta y siempre intactos los niveles estratigráficos, sin restar mezclados unos con otros, y siendo el inferior de arenilla muy fina, sin piedras, cual se obtiene sólo con el transcurso del tiempo, al filtrarse por las rendijas de las losas de la cubierta la tierra menuda, así como permanecía en pie el murete de piedras que sirve de cierre al corredor.

Como se dijo en el capítulo anterior, los rebuscadores modernos de tesoros o de objetos de cierto valor material o artístico han hecho estragos irreparables para el estudio de esta necrópoli, imposibilitando a la vez, con tales expoliaciones, la reseña explicativa de muchas sepulturas.

ZONA I.-Fue indudablemente la preferida por las familias y personajes más pudientes de Tútugi, quizá tal vez por dar frente a la ciudad y no ser la distancia desde ella de mayor cuantía.

La cima de la estribación Oeste de la misma se llenó en su día de suntuosos sepulcros de personas de gran importancia militar o social; mas también, a la vera de ellos, han aparecido multitud de enterramientos de gente modesta y otros que, dada la parvedad de sus ajuares y sitio elegido, permiten conjeturar que pertenecen a servidores de ciertas familias o a individuos que hasta en la última morada les quisieron rendir como un tributo de fidelidad, cariño o agradecimiento, o bien fueron sacrificados cuando las exequias de su jefe o señor, según en algunos casos relatan los autores clásicos; pero dicho sea todo ello como simple hipótesis.

El extremo opuesto de dicha zona, en la estribación entre la cañada de Castaños y la Cueva del Duende, en la Ribera de Guardiola, o sea donde están las sepulturas números 69 a 85, debía probablemente constituir el barrio de los panteones de la aristocracia, si cabe la palabra, de Tútugi, por la magnificencia relativa de su arquitectura, por sus pinturas y esculturas murales y por el género y calidad de los objetos de sus ajuares.

Las labores agrícolas, que por el lado septentrional de esa primera parte de la necrópoli han llegado casi a la cima del crestón extremo, invadiendo la meseta del Pingorote, han destrozado u ocultado ya en tiempos lejanos infinidad de sepulturas, algunas de las cuales aparecen al azar en plantaciones de vides o árboles o desfondes de terreno.

Sin embargo, ya pesar de tantas vicisitudes por las que ha atravesado esta necrópoli, hemos de hacer notorio que cuantas sepulturas se hallan enumeradas en el plano general las hemos excavado o reconocido y estudiado en un estado de conservación, que, aun respecto de las más, castigadas, permite siempre sentar sin vacilaciones los juicios que hemos creído prudente exponer.

Con esos breves antecedentes consideramos ya oportuno proceder a la descripción, sepultura por sepultura, entendiendo que se describen todas aquellas que revisten, a nuestro juicio, más o menos interés.

Sepultura 1ª.- Hállase en el máximo extremo del espolón Oeste, en su descenso y casi al llegar a las tierras de labor. Consiste ella en una cista rectangular, de 1,50 metros de lado, excavada en la tierra. No se encontró nada en su interior.

Entre esta sepultura y la inmediata, que se levantó en la cima de la loma en donde existe la era de don Juan Heras, hay la demarcación, de otra tumba, también en forma de rectángulo; mas ella, una vez que se principió a construir, fue abandonada de pronto.

1 “ Tumuli ad honores” Flouest denominó a varios, vacíos, de Bourgogne. Déchelette en su Man. d’Arch., t. II, pág. 639, cita otros de Francia, Baviera, etc., y recuerda los textos de los autores griegos y latinos, que se refieren a los cenotafios.

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