EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍA ANTIGUA DE GALERA

Desde el día 1 de diciembre, y hasta el 29 de enero próximo, está abierta al público en el Centro de Visitantes de la Necrópolis de Tútugi una significativa exposición de fotos antiguas, todas ellas hechas en Galera, con más de cien años en varios casos.

La propiedad de estas imágenes pertenece a diversos donantes del pueblo y no es la primera vez que estas valiosas imágenes se exponen al público.

Los responsables del Museo Arqueológico Municipal de Galera han considerado que merecía la pena repetir aquella muestra y lo cierto es que es de agradecer esta iniciativa.

Como introducción a la muestra, figura este texto que pretende predisponernos a disfrutar de esta impagable visión de una Galera ya perdida en el tiempo y ahora recuperada gracias a estas palpitantes imágenes:

“Cuando el fotógrafo, una vez satisfecho de lo que ha encuadrado en el visor de su cámara, pulsa el disparador de ésta, tiene lugar un suceso mágico e irrepetible, pero a la vez renovado millones de veces en cada una de las capturas que realiza el asombroso artilugio: eternizar una brizna de la vida, que ya no volverá a repetirse aunque pase un millón de años.

Hace un tiempo, por una feliz iniciativa de la Diputación Provincial de Granada, tuvo lugar el rescate -pacífico, eso sí-, de miles de imágenes fotográficas olvidadas en los oscuros cajones de sus propietarios, muchas de ellas en peligro de irreparable desaparición. Y fruto de ello fueron las publicaciones y exposiciones que, a lo largo y ancho de todo el territorio de la provincia, tuvimos los granadinos la suerte de disfrutar.

Galera también aportó parte de este legado. Varios centenares de instantes de la vida diaria de nuestro pueblo, algunos de ellos con más de un siglo de oculta permanencia en el humilde soporte de una cartulina, invadieron nuestros extasiados ojos con personas, paisajes, fiestas, celebraciones… que creíamos habían desaparecido para siempre, o de las que no teníamos ni la más mínima referencia.

Ante nuestros atónitos gestos, cobraron palpitante vida los muchachos que iban a participar en una carrera de bicicletas y hasta nos era posible -de ahí la magia- escuchar las estentóreas voces de protagonistas-; oír el metálico martilleo de la portentosas máquinas con que se construía el puente de hierro; percibir el solemne aroma del incienso en la procesión de Corpus en la plaza de finales del siglo XIX; escuchar las inocentes picardías de los muchachos que se bañan en la flamante presa de la fábrica de harinas de los Cabrera; llegar a nuestros oídos la impresionante plegaria de los vecinos de Riego Nuevo, que nos acercan a una alucinante recreación del éxodo del pueblo judío por el desierto; presenciar la despreocupada actitud de los socios de La Perdiz asomados, sin asomos de crisis, al balcón de aquella inefable Sociedad de Cazadores; ser testigos una vez más de la alegría de la juventud, llena de cantos y de risas, que toma el sol entre las cabañuelas del cáñamo en el Río de Castilléjar; asombrarnos al reaparecer ante nuestra presencia la tétrica faz de Carmelo “el enterrador”; aspirar con fruición la pueblerina fragancia del pan recién hecho allá en el horno del tío Poli; escuchar una vez más cómo resonaban los golpes de los alpargateros para emparejar la cálida suela de brillante cáñamo; sorprendernos por la arrogante figura del cazador, del que hasta sus perros se sienten orgullosos y lo miran de hito en hito… y tantas y tantas otras impagables sensaciones.

Los responsables del Museo Arqueológico Municipal venían considerando -a nuestro juicio, certeramente- que era posible repetir la primera exposición que se hizo de estas joyas una vez más para satisfacción de los vecinos de Galera, ya que se tenía la sensación de que era casi un “delito de apropiación indebida”, permítasenos esta exagerada expresión, el mantener tanta vida palpitante guardada en lóbregas cajas. Y, además, teniendo un magnífico lugar como es el Centro de Interpretación de la necrópolis ibérica de Tútugi para abrir al asombro de los vecinos de este pueblo esa parte de nuestra historia que, gracias a estas instantáneas, somos capaces de revivirla casi con pelos y señales. Y hete aquí que se repitió satisfactoriamente.

Gracias.

Jesús María García Rodríguez. Noviembre de 2016.”

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