Origen de la imagen del Stmo. Cristo de la Expiración de Galera

 
 
 

Origen de la imagen del Stmo. Cristo de la Expiración de Galera,según se relata en la historia manuscrita de dicha villa, original del beneficiado y sacerdote de la parroquia, d. marcelino fernández

«En 1627, a 3 de noviembre, movido del fervoroso celo y devoción de un vecino de esta Villa, venía considerando a Cristo en la cruz en el tránsito de la Expiración lo mucho que había reparado en su memoria, ya que no era posible verlo en el Calvario, quiso ver su imagen y figura detallada y para esto pasó a la casa y morada de don Diego Requena Beteta y Becerra, cura y beneficiado de esta Villa, y le comunicó sus buenos pensamientos, lo que el eclesiástico le aprobó y le aconsejó, para que tuviera buen éxito su intención, que depositara la cantidad que le pareciera en la persona que fuera más de su satisfacción.

Admitió el consejo Pedro Cabezas, que así se llamaba, el cual tenía por oficio vendedor de aceite en su casa con otras cosas comestibles.

Y afirman algunos sujetos, los que le conocieron, que para descargo de su conciencia todas las ganancias que de por menudo que él discurría tener, y en que el prójimo levemente podía ir agraviando, por razón de tener el estanco público del aceite en la Villa, estas menudas y leves granjerías las iba juntando aparte de su caudal y con el consejo del beneficiado y el deseo que el mismo Pedro Cabezas tenía de no tener grabada en su conciencia a la hora de la muerte, lo puso en ejecución y para esto fueron ambos a dos a casa de Alfonso de Medina, escribano que fue de esta Villa, y por no haber querido ser el mismo Requena el depositario de la cantidad, llamaron a Ginés Jiménez, a quien le entregaron ochenta ducados para que los tuviera en depósito, de todo lo cual se celebró escritura, obligante el depositario a tener de manifiesto la cantidad referida y el beneficiado Requena a poner los medios para que se hiciese una hechura en el tránsito de la Expiración de dos varas de alto y que ésta se colocara en el Altar Mayor de esta parroquia con su dosel y velo, concluida la escritura que hoy para en el Archivo de esta Villa.

El beneficiado Requena puso por obra el cumplimiento de su obligación y encomendó la imagen para que se hiciese en Úbeda, del Reino de Jaén, a un celebrado artífice de aquellos tiempos, cuyo nombre no he podido averiguar.

Concluida la imagen, avisó el artífice fueran a por ella; hiciéronlo así, cargándola en un mulo y al venir por el camino del Pozo, en el río de Turrillas hay unas angosturas bastante trabajosas y, temiendo los que traían cajón donde venía la imagen no poder pasar por algunas de ellas y ser necesario cortar algunas peñas con picos y palas para que pudiera pasar el cajón, en estos pasos se descuidaron inadvertidamente los que venían con él, y cuando volvieron a poner cuidado en la caballería ya había pasado todos los peligros, quedándose admirados de ver el suceso y un mozo más curioso que los otros tomó una cuerda, midió el cajón y después midió una de las angosturas por donde había pasado y le faltaba media vara para que el cajón cupiera.

Con este prodigio, y confundiéndose los mozos sus entendimientos, diciendo con San Juan que ‘para Dios no hay nada imposible’, llegó el cajón a esta Villa, lo descargaron en la casa de Pedro Cabezas y así como le quitaron a el mulo el cajón, con el deseo de ver la peregrina imagen se divirtieron y en tanto el mulo se fue a el sitio que llaman el Ejido, se echó a revolcar como es natural en semejantes animales luego que dejan el trabajo, y no volvió a levantarse más porque reventó.

La casa que en aquel tiempo vivía Pedro Cabezas en la calle del Ejido es hoy de Gregorio Sánchez, organista de esta Parroquia, y vivía en la vecindad don Sebastián de Segura, el más rico de esta Villa que, a la vista de los prodigios fue a la casa de Pedro Cabezas a ver la imagen y se quedó pasmado y le inspiró Dios en su corazón y le dijo a Pedro Cabezas que si quería darle la imagen, que le haría una capilla, pero viendo Pedro Cabezas que era hombre acomodado y que podía hacerlo, se lo otorgó.

El mismo don Sebastián trató con los beneficiados, cura regente y diputados del sitio que se había de hacer la Capilla, y registrando la pared de la Iglesia no hallaron otro sitio mejor que al lado de la puerta de la Iglesia y que conseguida licencia superior y el consentimiento de los beneficiados, cura regente y diputados, se obligó don Sebastián, y para esto mudaron la puerta de la Iglesia del sitio donde estaba y le costó cuatrocientos ducados, que la puerta estaba en donde hicieron la capilla.

Hizo la Capilla, su retablo y le puso un lienzo con el retrato de María Santísima y María Magdalena y su retrato de don Sebastián.

Después, por la parte de afuera, adornó la Capilla con unos bastidores puestos en cuadros forrados en damasco encarnado, acompañándoles a estos el frontal de la misma y corridos dos velos, que bien se halla la hermosa figura como en una urna…»

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