GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 95)
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CULMINA LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO
Concluido el solemne Novenario que se había iniciado el día 25 de septiembre, la Hermandad de la Virgen de Rosario procedió a celebrar la festividad de su patrona en la madrugada del domingo, día 4 de octubre en este caso.
Según manda la tradición, antes de que salga el sol, “se sacan a la calle” las coplas de la Aurora, composiciones musicales de temática eminentemente mariana. Al parecer, algunas de estas composiciones fueron creadas por el beato fray Diego José de Cádiz, capuchino, gran difusor por amplios territorios de España del rezo del rosario en la segunda mitad del XVIII. Por eso, es fácil encontrar estas letras en los diversos lugares en donde se conserva esta devoción.
Además de éstas, en Galera existen composiciones con la misma métrica, pero de temática religiosa local, compuestas en su día por miembros de la varias veces centenaria Hermandad.
El recorrido que hace la comitiva que canta estas coplas está señalado con anterioridad, ya que pasa por los lugares donde permanecen, o estuvieron, las distintas ermitas: San Antón, San Isidro y San Ana. El final es en la iglesia parroquial.
Pero la celebración músico-religiosa no concluye aquí. Anunciándolo con un festivo repique de campanas, tiene lugar a continuación el Rosario de la Aurora, integrado por las mismas personas que han protagonizado la primera parte de esta costumbre.
Dicho Rosario se desarrolla igualmente en la calle, realizando un recorrido algo diferente al concluido con anterioridad, muy cercano a lo que era el perímetro de la localidad en los siglos XVIII y XIX. Los músicos y sus acompañantes entonan el Rosario de Gloria –diferente al de Pasión, que sólo se canta el Viernes Santo-, interrumpido de vez en cuando por un genuino pasacalles interpretado con los instrumentos de la cuadrilla: guitarras, bandurrias, laúdes, pandero y platillos.
Hasta aquí la primera parte de este domingo tan entrañable de las tradiciones religiosas de Galera.
El acto final, el más concurrido de todos, pese a la merma constante de la población, es la procesión de la Virgen, que tiene lugar al atardecer del domingo. Es la procesión más larga en el tiempo de todas las que se conservan en el pueblo.
A través del itinerario -el mismo por donde ha transcurrido la mañana precedente el Rosario de la Aurora- la Hermandad acompaña a la imagen, obra del tallista granadino Francisco López Burgos, así como un buen puñado de devotos. En las calles, además, se agolpa gran parte de la población para contemplar con un gran respeto la comitiva. De vez en cuando, por encargo de quienes asisten al desfile, se cantan Coplas de la Aurora o la tradicional Salve a María, previo el pago de una cantidad que cobra la referida Hermandad a los peticionarios.
En torno a las diez de la noche, la procesión concluye devolviendo la sagrada imagen al templo parroquial, entre los cánticos que se han ido repitiendo durante cerca de dos horas.