GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 85)

IX

POSTRIMERÍAS DEL SIGLO XVI (V)

IX.3. LA REPOBLACIÓN DE GALERA (III)

Al contrario de lo que ocurre en otros lugares repoblados, a Galera vienen gentes que están familiarizadas con los sistemas de cultivos propios de moriscos. No en vano un porcentaje muy alto de ellos procede de Levante, donde se han desarrollado las famosas huertas de Murcia y de Valencia, precisamente bajo la dirección de los moriscos. Ello hace que pronto las vegas de Galera se reactiven y sean cultivadas convenientemente.

No todo, sin embargo, fue fácil. Hay noticias de las condiciones casi infrahumanas por las que deben pasar en los primeros años motivadas por un sinfín de circunstancias que incidieron igualmente en los demás territorios repoblados. Se sabe, por ejemplo, que el último tercio de este siglo -aproximadamente entre 1570 y 1600- se caracteriza por una climatología adversa, que hace que las cosechas no sean lo fructíferas que cabía esperar. Naturalmente, ello significa la presencia de privaciones, precisamente en un sector de la población completamente a merced de los vaivenes del tiempo, puesto que su patrimonio es nulo. Las plagas de langosta son otro factor que viene a agravar la situación.

Precisamente en nuestra comarca hay documentadas varias de ellas. La primera fase, que abarca los años 1572 y 1573 no afecta a los repobladores de Galera porque, como sabemos, aún no han llegado. Por lo menos en su totalidad.

Y si no había bastante, tal vez como consecuencia de la escasez a que se ve sometida la población, surgen en el horizonte las enfermedades. La peste aparece y desaparece de manera intermitente en las diversas regiones, mermando en buena medida los censos de los lugares afectados.

No tenemos constancia de que en estos primeros años los repobladores de Galera fuesen atacados por la enfermedad de una manera masiva. La langosta, sin embargo, sí hizo su aparición en sus campos. D. Marcelino Fernández habla de que «En 1595 envió Dios una plaga de langosta; los pobladores hicieron voto de hacer un San Saturnino y lo cumplieron el día 16 de julio de 1595 como también a San Antonio Abad de guardar la vigilias»

Una vez establecidos en Galera, urge a todos ellos organizarse para un mejor desarrollo de la ingente cantidad de actividades que tienen pendientes. Para ello, seguramente por las mismas fechas en que se les escrituran sus propiedades, proceden a constituir el Concejo de la Villa, cuyos componentes fueron dos alcaldes ordinarios y un regidor. Para los cargos de alcaldes nombraron a Rodrigo Navarro y a Juan del Castillo.

El primero de ellos figura como ser procedente de Caravaca. Juan del Castillo había venido del marquesado de Villena. El propio Juan del Castillo, acompañado de Luis Ramón y Pedro Álvarez de Rodenas, este último procedente de Moratalla, fueron encargados de verificar todo lo referente a tierra de regadío, linderos y solares. Los secanos los van a repartir Juan del Castillo -debía de ser muy efectivo- y Pedro Salmerón, natural de Buendía (Cuenca).

Para organizar el fundamental asunto de los riegos, se echa mano de un conocedor profundo como debía ser Luis Ramón. De todo ello dejó constancia Rui Díaz de Castro, vecino de Cuevas del Almanzora, al que posteriormente se le adjudica una suerte de población con un solar para construir una casa. Todo esto sucede en el año 1591.

Entre los nuevos pobladores de la localidad hemos visto que vienen Juan Rubio y Juan de Sola (o Sosa) como beneficiados de la parroquia, a quien hay que añadir el que ya lo era antes de todos estos sucesos: don Diego de Ávila, natural de Medina del Campo. Para ayudarles a desempeñar sus funciones está el sacristán, que se llama Francisco Díaz.

En 1597 se erige una capilla, dedicada a San Marcos, patrón de la villa, donde se celebrarán todos los cultos mientras no se reconstruya el templo parroquial. El día 20 de septiembre de 1591 tiene lugar el primer fallecimiento de los nuevos vecinos de Galera, según se registró en el correspondiente Libro de Defunciones. Por lo que se refiere a matrimonios y nacimientos, hay que esperar hasta 1593 en que ambos acontecimientos tienen lugar, simbolizando con ello que la vida ha prendido de nuevo en Galera.

Esta ermita estaba situada en el solar que hoy ocupa el consultorio médico, dándole nombre a la calle en la que estaba. En muy poco tiempo se construyen otras tres de las que se hablará en su momento. Tres años más tarde, en 1596, la Corporación Municipal se renueva con los siguientes componentes: Bernabé (de Orce) y Pedro Sánchez del Barco (de Loja) con el cargo de alcaldes y para regidores designan a Juan de Cañas el mozo (procedente de Loja también) y a Juan González (de Villena). El puesto de procurador síndico había recaído sobre Juan Martínez, venido de La Iruela.

Uno de los trabajos de mayor urgencia era la construcción de las casas en torno al templo, delineando para ello previamente las calles con un diseño que se aparta claramente de la estructura de las poblaciones moriscas, de calles estrechas y tortuosas. A ello, naturalmente, ayudaba la disposición de los terrenos, que eran llanos y prácticamente no existían dificultades orográficas para su trazado. Parece que en ese año de 1596 ya se habían edificado unas cien casas, agrupadas alrededor de la actual plaza Mayor.

La iglesia era otra operación que no se podía aplazar y los trabajos para su reconstrucción se inician en 1595. Para dirigirlos llaman a Juan de Pareja y Juan de Casanova, ambos de la ciudad de Baza, quienes disponen una cubierta que debía ser similar a la que habían quemado los moriscos. Pero en primer lugar había que reconstruir los portillos que se le habían hecho a la torre y al resto de la fábrica. Es fama que uno de los pobladores, Fernando, o Hernando, Duarte, extrajo todo el yeso necesario para la obra del barranco que aún lleva su nombre. Por lo que toca a la techumbre -que es la pieza arquitectónica de más mérito, a causa de la cual fue declarado el edificio Monumento Histórico Artístico Nacional por Real Decreto del Ministerio de Cultura de 12 de noviembre de 1982 -éstas son sus características estructurales:

«El artesonado principal… responde al tipo de armaduras mudéjares de las llamadas de limas o de artesa; más concretamente de limas moamares. Su estructura es muy simple: se adapta a una traza rectangular y está fomada por un lienzo superior horizontal (el almizate) y cuatro faldones o hastiales, que arrancando desde el referido almizate se biselan hacia afuera y en su contacto -dos a dos- forman una especie de artesa invertida. En la intersección de los faldones más largos (las gualderas) y los correspondientes de la cabecera y los pies -más cortos hacia los lados que los anteriores-, se configuran los elementos denominados limas. Éstas no son excesivamente anchas, sino de calle más bien estrecha y con las arrobacas bastante visibles, disponiéndose a modo de prolongación de las péndolas de las alfardas. En la tablazón intermedia se articulan -de gualdera a gualdera- seis tirantes, dobles y apoyados sobre pequeños canes; e igualmente se observan otros cuatro tirantes, más pequeños -los cuadrantes angulares-, cuya función esencial es la de reforzar los hastiales y de paso romper -con sentido decorativo- en esquema diagonal la monotonía general de la estructura. La solera, propia de las armaduras mudéjares granadinas, ha desaparecido en este caso, quedando reducida a un filete que corre por debajo del estribo y a ras de los canes. Por encima del estribo y ocluyéndolo se puede constatar la breve presencia del almarbate; y, en la línea de las tabicas y en sus intermedios, las alfardas, la presencia del argeute, que cubre el arranque de éstas».

Toda esta obra de carpintería presenta una decoración absolutamente geométrica -típica por otra parte del estilo al que pertenece- cuyas particularidades son así: «Lo más destacable de esta interesante armadura… es el abigarrado uso de la lacería árabe en múltiples juegos geométricos, así como la minuciosidad y detallismo del tallado de su madera. Pocos artesonados tienen la enorme calidad de dibujo que éste presenta. La decoración… es del tipo y técnica conocida por el nombre de apeinazada… En ellas (las estructuras mudéjares andaluzas) los pares y nudillos tienen un valor sustante y la clavazón se incorpora generalmente por el trasdós. El peinazo es un tipo de lazo, de clara influencia almohade, caracterizado por el sentido poligonal de su entramado.

«… el almizate, a simple vista, es una plancha profusamente decorada, compuesta por lazos, que van formando tiras perpendiculares entre sí, y atravesadas, a su vez, por otras tiras diagonales, que se engarzan mediante estrellas de ocho puntas y polígonos de seis lados; y así hasta unirse con el lazo de los hastiales. En el caso del citado almizate, el lazo conforma una rica lacería ataujerada, donde el lazo se sobrepone a la estructura base, clavándose ésta por el intradós.

Elementos interesantes de este paño horizontal… son las famosísimas piñas; las cuales, en un total de seis, cuelgan de lo más alto y, teniendo por asiento un polígono de ocho lados, se van transformando en una especie de cono, picado de mocárabes, parecidos a las cupulillas gallonadas excavadas y conocidas por chillas… … los hastiales… son los que conforman prácticamente su catalogación como ornatos apeinazados. Las tabicas -divididas en casetones apenas visibles- y las alfardas -muy suavemente agramiladas- se ven atravesando perpendicularmente por los peinazos; concretamente en el arranque del argeute, en la mitad aproximada de los hastiales y en la zona de contacto del almizate. El lazo, no excesivamente complicado, va formando una sucesión de rombos intercalados y calados, en un bello juego ornamental.

En 1596, el día 20 de octubre, tiene lugar la fundación de la hermandad religiosa más antigua de que tenemos noticia en nuestro pueblo, bajo el patrocinio del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Los nombres de sus cuatro promotores nos han llegado a través del tiempo, alguno de los cuales ya conocemos, por ejemplo a Rodrigo Navarro y a Pedro Álvarez de Rodenas. Los otros dos, Juan Blanes y Pedro Pérez, procedían respectivamente de Ibi y de Villena.

«… y estando en visita general en esta villa el Licenciado Alonso de Yegros, Provisor y Vicario General de la ciudad de Baza y su Abadía por ante Pedro Martínez, Notario de su residencia, confirmó las referidas constituciones»

Finalizadas las obras del tempo parroquial, el beneficiado Juan Rubio, nombrado como cura regente, procede al solemne traslado del Santísimo Sacramento desde la ermita de San Marcos -donde había estado reservado- hasta el altar mayor del remozado edificio. Era el año 1598 y el siglo XVI concluye. El siguiente va a ser un período de relativo sosiego para la reconstrucción física y moral que Galera tanto estaba necesitando.

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