GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 79)

EDAD MODERNA

IX.8i. SANTOS, FIESTAS Y HERMANDADES (II)

Finalmente, vemos cómo ya se pueden documentar novenarios al Santísimo Cristo de la Expiración, por lo que su devoción comienza a calar entre las gentes. No en vano el ayuntamiento se hace cargo de los gastos por el culto. En 1734, según anota don Juan Carrasco Muñoz, trajeron la imagen de Jesús Nazareno de Granada, año en que se hizo la de San Miguel Arcángel «por la dirección de don Benito Rodríguez, hijo del rico propietario don Antonio Rodríguez, que concluidas las obras que se había propuesto se fue a Granada y murió el 22 de mayo de 1737» a quien aludiremos más adelante al referirnos a otros datos relativos a las devociones marianas de Galera.

Pero, desgraciadamente, no siempre las intenciones de quien practica alguna actividad religiosa están exentas de doble intención. Entre los devotos hay alguien que piensa que llevar el agua a su molino es asunto fácil mostrando actitudes poco o nada sinceras.

El caso que ilustra esta faceta es el de un escrito-denuncia por parte del Concejo ante el Obispo de Guadix de una donación fraudulenta de un tal Joaquín Tomás y su padre a favor de su hijo y nieto, respectivamente, que ha sido ordenado de menores al objeto de no pagar impuestos municipales, según estaba establecido. Así mismo, el Cabildo manifiesta que en la Parroquia hay acólitos mayores de edad y suficientemente acaudalados. A renglón seguido el Obispo contesta -precisamente al margen del citado documento que lleva la fecha de 21 de enero de 1734- reconociendo que la donación era dolosa y recomendando al denunciante, el Ayuntamiento, que les siga cobrando los impuestos que solía.

Con anterioridad a esta fecha, el 13 de agosto de 1710, según consta en el Libro Capitular de dicho año, el Maestrescuela de la Colegial de Baza envía documento sobre exención del impuesto de Millones a los eclesiásticos. Trata de que tengan tablas y puestos públicos separados, donde les dieran los géneros más baratos. Pretensión que parece no se llegó a realizar.

San Antón, cuyo inicio como fiesta considerable se ha mostrado en el siglo anterior, sigue en pleno vigor en éste que nos ocupa ahora. Prueba de ello es que el Concejo ha debido implicarse en su organización y por este motivo conocemos, gracias a una anotación más bien rutinaria, el control que éste ejerce sobre la provisión de la pólvora que se gasta en homenajear al santo abad de la Tebaida. El 15 de enero de 1717 el Concejo pide renovar el «repuesto de pólvora».

Autoriza en esa misma fecha a quienes controlan este peligroso material a «deshacerla al prezio de quatro rrs. la fina y a tres rrs. la de munizion». El precio no debe ser muy alto, ya que los regidores consideran que con esa ayuda por su parte se deben «animar los vezinos a azer las ffiestas de soldadesca de san Anttonio Abad».

Otra de las fiestas ya desaparecidas era la que se ofrecía en honor de Santa Ana, de la cual sólo nos queda una ligerísima alusión el 16 de enero de 1753, día en que se nombran mayordomos para su organización. Éstos son un religioso mercedario, fray Francisco de Olivares, y un sargento inválido de nombre don José Fernández.

Hasta mediados de este siglo XX la influencia religiosa afectaba incluso a los detalles más insignificantes de la vida cotidiana en nuestros pueblos. Pero cuando mayor era su presencia indudablemente era en los tiempos fuertes de Cuaresma.

Muchos Autos de Buen Gobierno hacen alusión a las prohibiciones que se establecían en este tiempo. De entre los documentos que se refieren a estas prohibiciones, hemos destacado el que se transcribe a continuación por varios motivos, entre los cuales acentuamos los entretenimientos corrientes de jóvenes y menos jóvenes de hace doscientos treinta y ocho años: «En la villa de Galera en ocho dias del mes de março de mill settezientos y sesenta años sus mrs. (mercedes) el Sr. don Marzelino Thomas alcalde ordinario desta villa dixo que siendo el tienpo preste. (presente) en que la Yglesia nos haze memoria de la muerte y passion de ntro. Maestro y redentor Jesuchristo y para corregir nuestros defectos señala por medio de los yllustrissimos sres. prelados de la Yglesia predicadores apostollicos para la correzion de nuestros vizios a quien debemos atender con presenzia moral se esperimenta q. en esta villa muchos vezinos de todas classes faltando este catholico obgeto y en los mas prinzipales dias del exercizio destos religiosos actos los gastan en juegos publicos en el centro del pueblo q. aunque no son ilizitos causan escandalo a la cristiandad pues se a esperimentado en los dias a ofrezer a dios buenas hobras como son los domingos y viernes de cada semana q. estos los enplean en jugar el juego de pelota atajando con el la plaza y el de la rexa en el mismo camino Via cruzis todo digno de remedio y para q. tenga efeto y a todo conste debia mandar y mando se fixe edicto aziendo saver en el como se proibe en el santo tienpo de Quaresma jugar estos juegos de pelota y rexa y al que se le encontrase jugando uno u otro juego u otro que sea escandaloso sera multado en dos ducados de vellon en que desde luego s. m. le da por condenado y se procedera conforme a la calidad del sugeto ynobediente a la demas que aia lugar en dro. (derecho) y por esta su merzed asi lo manda y firma de que doi fee».

Y si la celebración de ciertas festividades traía complicaciones a quienes de la manera que hemos visto causaban escándalo al resto de los convecinos, no menos dolores de cabeza suponían otros asuntos -igualmente de carácter religioso- a quienes habían tomado algunas de estas festividades como excusa para incrementar su prestigio social en las fechas que el pueblo se reunía, más o menos abundantemente, en torno a pías solemnidades.

El caso es que en las ocasiones más señaladas del año el Cabildo asistía corporativamente a la iglesia parroquial, donde ocupaba asientos especialmente reservados para ellos. Hasta aquí todo normal, ya que esta costumbre se ha conservado con motivo de algunas fiestas, generalmente patrones y demás. Pero el hecho de ocupar un escaño en los sitios reservados a las autoridades revestía a quien tenía derecho a ello de una autoridad que no era posible conseguirla en otro ámbito más que en éste.

Precisamente para que las funciones religiosas fuesen más solemnes sabemos que en agosto de 1778 había intenciones de dotar al templo de un órgano, que había de construir el vecino de la villa, don Francisco Martínez Rosales. El precio se había fijado en la cantidad de 11.500 reales.

Un año después aún no se había ejecutado la obra, la que, sin embargo, el organero está dispuesto a realizar como demuestran las tres viñas de su propiedad que hipoteca como garantía del cumplimiento del contrato que había firmado con el administrador de fábrica de la iglesia. No debió tardar demasiado en cumplir su obligación, saliendo de sus manos una obra de arte que desaparecería en 1936.

Quienes aspiraban a que se les viera en dichos bancos no podían asumir con cristiana resignación verse relegados a sentarse en tan solemnes circunstancias en los lugares del pueblo.

Al parecer son bastantes las disputas surgidas por estos motivos no ya en Galera, sino en general. El 27 de enero de 1797 el Concejo recibe una indignada queja de don Andrés Marcelino de Tomás y García, diputado del común -tal vez el alcalde que hemos visto prohibir los juegos en Cuaresma- en su nombre, en el del también diputado don Pedro Domínguez y en el del síndico personero Pedro de Cañas. Los tres protestan porque en ocasión de las funciones religiosas a las que el Concejo asiste corporativamente no tienen asientos señalados como les corresponde. Y más aún. Los diputados de fábrica de la iglesia, con la mayor desvergüenza del mundo, se mezclan con los miembros de la corporación.

Y es lo que ellos piensan, que en esas ocasiones han de estar juntos, sí, pero no revueltos. Porque cada cual tiene su categoría. Probablemente en el santo suelo cubierto de esteras de esparto, como ocurría incluso en los primeros años del siglo XX.

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