GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 73)

EDAD MODERNA

IX.8h. LA POBLACIÓN (I)

Desde el punto de vista arquitectónico, Galera muestra en su casco urbano el diseño que los nuevos pobladores desarrollaron entre finales del XVI y buena parte del XVII, como ya sabemos. El templo parroquial dio la pauta para la articulación y expansión de la nueva villa, ya que es en torno a él donde se levantan las casas de nueva planta, la plaza principal y una serie de calles trazadas a cartabón. Todo ello en el marco de un llano limitado al norte por el río, al este y al sur por los cerros de la Virgen de la Cabeza, Santa Elena y Los Capones respectivamente, abriéndose un estrecho pasillo hacia poniente entre el citado cerro de Los Japones1 y el cauce del río, llamado de Castilléjar.

Como recordamos, don Marcelino Fernández dice que en 1596 habían finalizadas ya unas cien casas. Durante la centuria siguiente se va completando -lógicamente cada vez en menor escala- lo que hoy se considera el casco más antiguo de la localidad, hasta que llegamos a 1752 en que tiene lugar la redacción del tantas veces citado Catastro del marqués de la Ensenada.

El pueblo tenía dos entradas: la primera, que denominan de la mina, que estaría situada en el mismo sitio de la entrada principal actual, una vez cruzado el río de Orce. La alusión a la mina seguramente está relacionada con la que desemboca en ese punto del río procedente de las entrañas del cerro de la Virgen de la Cabeza. Un puente de medianas dimensiones, desde luego de muy poca consistencia por los frágiles materiales con que estaría hecho, conectaría con el exterior. A la vez que éstos, existían al menos otros dos accesos de menor envergadura, que eran por el Barranco de San Marcos y la puente de Cañas, cuya ubicación exacta no la conocemos, pero se puede deducir que estaría en el extremo occidental del pueblo, más o menos por el actual barrio de San Antón2.

La plaza, cuyas dimensiones actuales son las mismas que se determinaron cuando fue concluida, tenía una calle más de acceso en la esquina sureste, que posteriormente fue ocupada por la edificación que conocemos en la actualidad.

Por lo que se refiere a las calles, éstas son las únicas a las que se alude en Ensenada: Remendado -que a veces cita como barrio del Remendado- que en realidad es el área de urbanización más anárquica por las características orográficas en que se asienta. Calle de la Iglesia, el Ejido -actual calle del P. Manjón- cuyo nombre se debe a que desembocaba en el Ejido oficial del pueblo, que era la entonces inexistente Carrera de San Isidro, aunque ya estaba edificada esta ermita; San Marcos, así titulada por ser el camino de acceso a la ermita que había en su extremo sur; Las Eras, llamada de esa manera por ser la vía de entrada a las de San Antón y que conocemos con el nombre de Cosme Izquierdo; cruzando transversalmente las anteriores de este a oeste, discurrían la de Elvira, con su extremo de El Rincón -así citado en la fecha-. La más larga de todas, denominada en la actualidad como Cervantes -y quizá hasta abril de 1931 como de los postigos o de los paradores- que simplemente se refieren a ella con la expresión la calle que atraviesa cualquiera de las longitudinales, sin que se le hubiese asignado nombre alguno. Tal vez porque a ella daban, como señala su nombre decimonónico, los paradores de las casas que la delimitaban. Ninguna otra calle más existe en este tiempo. El resto de los barrios, tanto de casas como de cuevas, son producto de una expansión del pueblo en los siglos sucesivos.

El aspecto exterior de la iglesia era algo distinto al que podemos contemplar hoy día. Como hemos visto en el Apéndice VIII, junto a la fachada principal, precisamente adosada a la puerta original, se alzaba una capilla exterior que ocupaba parte de la calle de Elvira, en cuya interior estaba expuesta la imagen del aún no considerado como patrón, el Stmo. Cristo de la Expiración.

Al final de la actual calle de las Campanas, pegado a la fábrica de la iglesia por su parte norte -en lo que actualmente es el patio de la casa parroquial- se encontraba el cementerio. En un documento de 12 de junio de 1833 se declara que tiene una superficie de unas 2000 varas cuadradas, rodeado todo él por una tapia de tres de altura -excepción hecha de la pared del templo que le sirve de límite-. Es de planta cuadrada, midiendo su lado alrededor de 40 varas. No dispone de capilla propia. El Pósito estaba en el mismo solar que ocupa en la actualidad la casa Consistorial y sus dimensiones en cuanto a planta construida no han variado.

1 En el siglo XVII algunos misioneros españoles son martirizados en el Japón y en toda España surgen monumentos en su honor, que se alzan en lugares eminentes de las distintas localidades que los ofrecen. En Galera parecen haber colocado una cruz con este motivo en la cima del cerro que a partir de entonces se llamó de Los Japones. Con el paso del tiempo, la denominación se fue corrompiendo hasta las actual de Los Capones con se cita en la actualidad el citado cerro. Además de la probable cruz en el cerro, hubo en la iglesia parroquial un cuadro conmemorativo de este martirio, que desapareció en la Guerra Civil de 1936/39.

2 No tenemos noticias claras sobre las circunstancias de este puente, que debería ser de mayores dimensiones que el que se conserva junto a La Picadora -fechado entre los siglos XV y XVI- y el que cruzaba la Cañada de Montoro, de la misma fecha, destruido el 7 de septiembre de 1989 por una riada. Al ser el primero de ellos de mayor longitud, probablemente fuese de vigas de madera y tablas como lo era hasta finales de los años cincuenta de este siglo XX.

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