DESCRIPCIÓN, POR ORDEN GEOGRÁFICO, DE LAS SEPULTURAS DE LA NECRÓPOLI DE TÚTUGI Y DE SUS AJUARES RESPECTIVOS.

Plano general de la necrópolis con indicación de las zonas I y II

XIX

ZONA II.- Con relación al área que ocupan ambas zonas, I y II, hay muchos menos túmulos sepulcrales en ésta que en aquélla, no siendo menos verídico que el grupo más numeroso de enterramientos de ésta existe en el altozano de San Gregorio y en sus estribaciones, promontorio que se levanta en el lado opuesto de la vega de Almacil, dando frente, por cierto, a la acrópoli o cerro del Real, observándose al mismo tiempo que, a medida que los cerrillos de la zona I se interponen a la vista de la ciudad de Tútugi, escasean los monumentos funerarios, en tal grado que, a partir de los rincones de la vega de Almacil y de los opuestos del camino de Huéscar, visiblemente (aunque se tenga en cuenta la existencia en los nuevos parajes de muchas eras) disminuyen hasta casi desaparecer luego en las terrazas que hay desde la era de Chamales a la cuesta de Faz, donde ya faltan en absoluto.

Los monumentos funerarios de la segunda zona guardan entre sí más homogeneidad que en la primera. Por regla general pertenecen a individuos o familias de cierta limitación económica y social, lo que podría expresarse más acertadamente diciendo que son los sepulcros de la clase media. No hay en esa zona aquellos túmulos de la anterior, de gran aparato externo, extraordinarias dimensiones o rica arquitectura, como también aún nos faltan encontrar en ella enterramientos humildes, depósitos fúnebres con ajuares de una o varias vasijas, depositadas en pequeños hoyos con un lecho de yeso. Todas las cámaras mortuorias, ya en forma de aljibe, ya generalmente con pasillo de entrada, sin excepción se cobijan con un túmulo más o menor artificial y de proporciones moderadas, casi idénticas en todos ellos.

Al observar los anteriores datos y encontrarnos en nuestras excavaciones con el afloramiento de unos muretes, ya por el Norte, ya por el Oriente del extremo occidental de esta zona, creímos descubrir la existencia de divisorias que demarcasen la necrópoli por parcelas, para reservarlas a las diferentes clases sociales. El tiempo vino a demostrarnos la falta de solidez de esta suposición y hacernos ver todo lo contrario.

Sepulturas 86 y 87.- Modernamente excavadas por los rebuscadores de tesoros. Se ignora en qué consistía el ajuar. Cámara mortuoria. con callejón de acceso.

Sepultura 88.- Aunque en este túmulo, natural en su mayor parte, no existe cámara funeraria central, lo hemos considerado como una sepultura más de esta necrópoli, por haberse descubierto en sus faldas el esqueleto de un niño.

En el plano general se ha demarcado este túmulo con un círculo mayor que los inmediatos, porque es el cerrillo preciso que se denomina de San Gregorio, apelativo que se ha hecho genérico a toda la zona.

Como singularidades de este túmulo o de sus inmediaciones, débese indicar: 1º. Al pie de él y mirando al Sudeste, ya en el principio de una pequeña explanada que se dedica al cultivo de cereales, en cuya roturación debieron perecer varios túmulos funerarios se encontró un silo neolítico, y en su interior, huesos de animales, amasijo de pastas raras, pez, un punzón de hueso, cerámica y sílex atípicos; de este género de escondites hay bastantes por San Gregorio. 2º. En la ladera Este ya del túmulo descubrimos una extraña construcción de mampostería revocada con yeso, que al parecer tenía los mismos caracteres de antigüedad que las cámaras, del interior de los túmulos; pero al verse patentemente el fin para que fue hecha, desconfiamos algo de su remota época. Se trata del hallazgo de la solera de una obra en forma de rectángulo, de 4,92 metros en el lado mayor, 1,90 en el más corto y 0,85 de altura en el arranque de los muros. El pavimento de este rectángulo no está nivelado y presenta más bien a todo intento la forma abarquillada con un ligero desnivel hacia un agujero abierto en el muro Norte, que servía para verter por el líquidos a un depósito de forma cuadrilátera, de 1,10 metros por 86 centímetros y 93 de fondo. Por ello claramente se infiere que es un jaraíz con su pilón, o sea un lagar para elaborar vino.

A la derecha del pilón, y formando parte integrante de la misma obra, había nuevas estancias, y en el fondo de una de ellas, debajo de la risca del túmulo, apareció el esqueleto de un niño de unos meses de edad.

Antes de emprender la campaña arqueológica por el Estado en la parte Sur de este montículo seminatural, en el que se han efectuado tan raros hallazgos, uno de nosotros1, como notara en las labores agrícolas señales parecidas a las que delatan las sepulturas, hizo algunas calicatas, resultando de ellas que, en efecto, el terreno fue antiguamente removido, y a la profundidad de dos metros halló el pavimento o base de un rectángulo como el de las sepulturas, en el que, en vez de encerrarse ajuares funerarios, había un lecho de una substancia que parecía harina de cebada o de avena, de unos 10 centímetros de espesor, y entre ésta encontróse un instrumento de hierro bastante deteriorado, que por su forma se asemeja al que en la actualidad usan en las tiendas de comestibles para coger el arroz y otros productos, al que llaman zárzola.

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