DESCRIPCIÓN, POR ODEN GEOGRÁFICO, DE LAS SEPULTURAS DE LA NECRÓPOLI DE TÚTUGI Y DE SUS AJUARES RESPECTIVOS.

Conjunto de pendientes, arracadas y anillos procedentes de la necrópolis de Tútugi.

XXI

Del túmulo 118 procede el más artístico pendiente de oro, en forma, de racimo, que se conoce de la necropoli de Tútugi; se encuentra en la colección Motor, y lo reproducimos en la lámina XVII, debajo del anillo de vidrio. En este mismo túmulo halló antes Clemente una cajita-urna de piedra y varios otros objetos de cerámica y de metal, que fueron adquiridos por el varias veces nombrado restaurador belga.

La planta de la cámara mortuoria, que se reproduce en la lámina VII-2, corresponde al túmulo 119. Como se infiere por dicha reproducción, la cámara es de fábrica muy ruda y tosca, y presenta la singularidad de existir en ella un muro central, tal vez para aislar los objetos de ajuares funerarios distintos.

El túmulo 122 tiene su cámara en forma de aljibe y mide por el interior 1,60 metros por 1,15. Las paredes de la estancia fúnebre son de aparejo de mampostería hasta la altura de 1,20 metros: todo lo restante de ella, hasta la cumbre actual del túmulo, que alcanza 1,40 es tierra de relleno. Este túmulo es uno de los muchos que jamás tuvieron ajuar, por lo que los consideramos de honor.

Por debajo de los túmulos 117 a 120, cuando finaliza la loma, se encuentra la era de don Pablo Barrachina. Presumiendo que en su emplazamiento pudieron existir uno o varios túmulos más, se abrieron allí zanjas en sentido diagonal. En efecto, entre los escombros de otro túmulo, apareció un fragmento de un vaso italogriego, tipo oxybaphon.

Sepultura 124.- Sobre la cueva de Domingo Chamoles se profanó otro de los túmulos que mejor ajuar tenía de la zona segunda de esta necrópoli, por Juan el Conejero y otros vecinos de Galera.

Estos individuos fueron a excavar en pandilla y en un estado de lucidez mental no el más apropiado, a causa de excesivas libaciones, para resolver problemas de estudio, mediante el pico y azada arqueológicos, con objeto de ver si descubrían tesoros. Hallaron en el túmulo 124 la cámara mortuoria en forma de aljibe, recubiertos sus muros de tierra con un enlucido de yeso, viendo que éste fue pintado después de color rojo.

Descubrieron roto, o rompieron, mejor dicho, un vaso griego, tipo oxybaphon, con pinturas, con cuyos fragmentos obsequiaron a varios visitantes señoritos de la misma localidad, y muchos otros objetos, en su mayor parte de cerámica, que también después los hemos visto ya hechos añicos, a excepción de un vaso de forma cilíndrica, pero con gollete, de 25 centímetros de altura, con su plato tapadera de 19 de diámetro, y una urna de forma esférica, de 20 de alto, con su plato correspondiente, de 13 también de alto.

Entre los fragmentos metálicos de esta sepultura, tomamos notas y apuntes de una espada falcata y de un casco de bronce, del mismo tipo que el de hierro hallado en la cámara mortuoria número 27. Muchos pedazos de hierro y de bronce eran indeterminables.

Sepulturas 125 a 127.-Las tres se cobijan con túmulos, construidos en los extremos de dos lomas que acusan la forma de una herradura marcando una especie de ensenada, que lleva el nombre de Rincón de los Moralicos.

En la 126, que está sobre la era de don Rafael Muñoz, se hallaron fragmentos cerámicos pintados al engobe con un color uniforme amarillento.

Sepulturas 128 a 132.- Todas ellas están muy distanciadas entre sí, y al extremo Norte de la necrópoli. La más importante de todas, y que se construiría para un personaje de alguna significación social, es la 128. Su túmulo se levanta precisamente encima de la cueva de don Manuel Fernández, el cual, viendo que ciertos mozalbetes hacían en él excavaciones fraudulentas, mandó que parasen instante, autorizando entonces a uno de nosotros1 para proseguirlas. La contemplación de este túmulo, de tres metros de altura, excitaba al punto a trabajar en él con entusiasmo, pues a la vista aparecían dos grandes sillares indicadores de la entrada de la cámara. Excavado que fue el montículo, se puso de manifiesto una gran estancia, de dos metros de lado, con aparejo de sillería hasta 75 centímetros de altura, así como el callejón de entrada, orientado al Poniente y de tres metros de longitud. Tanto en la cámara como en el pasillo de acceso aún se conservaba una ancha faja pintada en color rojo fuerte.

No se encontró objeto alguno en el interior de esta sepultura y sin embargo, su descubridor sostiene formalmente que estaba virgen.

Sepulturas 133 y I34.- Ambas radican en el límite Este de la zona segunda, tan aisladas, que parece que se han sustraído de la demarcación, de la necrópoli. La primera hallarse contigua a la era de Antonio Metros, y ha sido hace poco saqueada.

Por el lugar que ocupa la 134, en la cima de un pequeño espolón que se adelanta a modo de un faro sobre la especie de ría de la vega de Almacil, por la riqueza arquitectónica de sus muros y por el espléndido ajuar funerario que debió tener el túmulo que la alberga, sería de los principales de la necrópoli de Tútugi y quizá el más importante de la zona segunda.

Hállase el mismo a pocos metros de la sepultura tumular 133 y en dirección Sur, en el único saliente de cierto relieve que descuella hacia la vega, y en cuya base existe la balsa de la tía Valentina, o sea el recodo llamado Revuelta del Cavachón, en el camino de Galera a la Puebla de Don Fadrique.

Se penetra en la cámara tumular precisamente por el Norte y a pie llano del camino vecinal aludido antes. Esta cámara mide 2,35 metros, en la pared interior del fondo, por 2,30 de lado, y su pasillo, 2 metros por 0,55 de anchura.

Como puede apreciarse perfectamente por la planta y corte que de ella acompañamos en la lámina VII-4, los sillares de la hilada inferior del monumento, únicos que se conservan del mismo, son de perfecta y simétrica labra, muy esmerada por todas sus caras, a excepción de la exterior, que tan sólo se desbastó.

El pavimento de tierra apisonada, así como los muros interiores de la cámara sepulcral, aún conservan fragmentos del enlucido de yeso, y en éste, ciertas manchas de color rojo.

No puede precisarse la elevación que tendría el túmulo sobre el nivel del pavimento de la cámara, por haberse profanado esta sepultura en varias épocas. Estaba en sitio demasiadamente visible y en condiciones tales, que se delataba por sí misma. La altura actual desde dicho nivel es de 1,65 metros, y desde la cima del montículo a la base del mismo, situada ya en plena vega, hay 9,84 metros por 1a superficie de pendiente más rápida. El túmulo que describimos, visto desde la vega y colocado el espectador en un punto que sea al Sudoeste de él, es de un efecto arqueológico imponente y majestuoso. (Véase la lámina XI-2.)

Como se dijo antes, el ajuar de este túmulo ha sido profanada varias veces; no obstante, cuando uno de nosotros nuevamente lo exploró, aún tuvo la fortuna de hallar en un rincón de la cámara, que por lo visto los rebuscadores de tesoros dejaron por reconocer, un montoncito de conchas y caracolas de mar de varias especies, taladradas en su mayor parte por el pedúnculo o ápice; un kylix roto, con una figura varonil pintada en el interior de él; varios pequeños platos campanianos, hechos fragmentos por la cremación funeraria; un apéndice o colgante de collar femenino de coral y oro, de forma cónica; otro colgante de collar de oro y vidrio, en forma de capullo o bellota, con primorosas labores de relieve en su armadura (lámina XVII); un anillo de oro con un granate descubierto en el interior de una concha que estaba cerrada herméticamente; cuatro pequeños cisnes de barro oscuro y fino, los cuales, dado su número y forma, muy bien pudiera creerse que perteneciesen a un collar del mismo tipo y significación que el que el señor Marqués de Cerralbo ha descubierto en la necrópoli de Clares (Guadalajara); finalmente, garbillando la tierra removida antes de la cámara, algunas cuentas de vidrio y de pasta vítrea de tamaños distintos2 1, y muchos pedazos de hierro, entre los que sedistinguían restos de espadas falcatas, lanzas, etc. , etc., en pésimo estado de conservación. (Colección Motos.)

1 Motos

2 Conjuntamente con todo lo anterior se descubrió en este túmulo el cráneo de un hurón, el cual todavía conservaba una campanilla de bronce. No podemos precisar la época a la que pertenece la campanilla, pero sí la reputamos de bastante antigüedad. Este descubrimiento del hurón nos prueba cómo los conejos, muy abundantes en el país, han sido uno de los mayores enemigos de los ajuares funerarios de Tútugi, ya que dichos roedores generalmente abren sus madrigueras en los túmulos y al extraer la tierra se ocasionan derrumbamientos interiores que, al sucederse varias veces, por fin aplástanse las urnas funerarias y otros enseres de cerámica.

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