CALLE PUENTE DE HIERRO

Son muy pocas las viviendas que figuran en esta dirección postal y, por consiguiente, en esta nueva vía urbana de Galera.

Se trata de una calle de nueva creación surgida entre la sexta y la séptima década del siglo XX. Su flanco norte está completamente constituido por edificios, mientras que el sur presenta un largo tramo de más de la mitad sin construcción alguna. Es una calle completamente recta, de unos cien metros de longitud aproximadamente, orientada en sentido este-oeste.

Su extremo este confluye a su vez con el extremo norte del puente de hierro y su extremo oeste con las instalaciones de la actual piscina municipal.

Su cercanía con el referido puente de hierro es la que le ha dado nombre, por lo que creemos merece la pena citar algunos datos de la historia de esta obra de la ingeniería del tránsito del siglo XIX al XX.

Con motivo del centenario de su inauguración -en agosto de 2011, aunque meses después apareció un documento según el cual dicha fecha tenía que ser un año después, 2012- se organizó una serie de actos que culminaron con la publicación de un libro titulado EL PUENTE DE HIERRO DE GALERA. ASPECTOS HISTÓRICOS Y TÉCNICOS (Granada, 2014), al que remitimos al lector más interesado.

Sin embargo, opinamos que procede ofrecer aquí un resumen, al menos de la parte histórica, de este emblemático lugar de la villa de Galera.

Con el desarrollo material y demográfico de la población en la segunda mitad del siglo XIX, ésta adolecía de una sólida vía de comunicación con el exterior que no dependiese de las frecuentes crecidas de los ríos que confluyen a sus pies, con la consiguiente destrucción de las frágiles pasarelas que los cruzaban.

Esta inquietud la detectamos ya en 1835, aunque no sería hasta 1855 cuando parece que la cosa empezó a tomarse en serio, proponiendo la Corporación municipal la construcción de un puente “que abrace los dos ríos cercanos a la población”. La obra, que no sólo interesaba a los vecinos de la Galera, sino también a los de Huéscar y Puebla de don Fadrique para facilitar sus comunicaciones con Baza y Granada especialmente, comenzó a diseñarse en un proyecto que uniese por una moderna carretera a Cúllar-Baza con las citadas localidades. En este plan iba recogida la construcción de un puente justamente en Galera.

Los años sesenta de esta decimonónica década van conociendo ligeros avances, principalmente en la citada carretera, pero no del imprescindible puente. Concluyendo el siglo, concretamente en 1891, el asunto llega incluso al Congreso, según cuenta el diario El Liberal en su edición del 21 de mayo:

El señor Marqués de las Almenas1… pintó la tristísima situación… en que se halla el distrito de Huéscar, cuya ciudad no se comunica por carretera con ninguna vía férrea, y el que sólo hay un camino del Estado que va de Cúllar a Huéscar, y no puede utilizarse por la falta de un puente, reclamado hace treinta años. Con este motivo ha rogado al señor ministro de fomento la pronta construcción de la carretera de La Puebla de don Fadrique a Huéscar y del puente llamado de Galera, sin el cual queda incomunicada la ciudad de Huéscar con la capital de la provincia…”

Pero ni por esas. Tienen que pasar otros dieciocho años más para que el 30 de noviembre de 1907 la Gaceta de Madrid anuncie la adjudicación de las obras en pública subasta de este puente metálico. La obra está presupuesta en 216.226’91 pesetas. Finalmente, después más y más obstáculos de tipo burocrático, el 17 de enero de 1909 se anuncia por parte del alcalde el inicio de las obras con proyecto del ingeniero José Yturralde. El 20 de enero de 1909 el sueño se materializa en forma de maquinaria, ingenieros, ayudantes, obreros, etc. que van estar asombrando a las gentes propias y extrañas durante algo más de tres años hasta que los días 19 y 20 de mayo de 1912, “al parecer”, se llevan a cabo las pruebas para confirmar la solidez de la obra.

A lo largo de 40 años, el puente sirvió a la circulación como estaba previsto. Sin embargo, el paso del tiempo y el descuido en su conservación, presentaron los primeros síntomas de su envejecimiento.

Y tuvo que ser en la primera mitad de los años sesenta del siglo XX -no hemos entrado ningún documento que así lo certifique- cuando le llega la jubilación y pasa a ser una vía urbana más de la localidad, no sin antes haber reparado unos graves problemas en su extremo sur, precisamente en el punto de apoyo de la estructura metálica con el estribo correspondiente.

1 Don Rafael de Bustos y Castilla, natural de Huéscar.

Deja tu comentario

Su dirección de correo no será publicada.