GRANDES EPIDEMIAS EN LA HISTORIA DE GALERA (III)

LA PESTE DE 1834

Hemos trasladarnos a 1834 en que nuevamente se presenta la enfermedad y en esta ocasión sí que debió causar numerosas víctimas entre la vecindad. Pero, a diferencia de los datos tan directos que tenemos de 1800, ahora son varias las menciones indirectas las que nos informan de la gravedad de la peste.

Para empezar, podemos decir que varios miembros del Cabildo fallecieron a consecuencia de ella, según se puede constatar al ver cómo en varias ocasiones son sustituidos por otros al haber perecido. Y si hemos de aplicar una estadística, teniendo en cuenta que de una escasa media docena de individuos varios de ellos son víctima del cólera, hemos de pensar que un porcentaje muy considerable de población fue afectado por él.

La exposición que un vecino de Castilléjar, don José Rodríguez, practicante de cirugía médica de los Reales Ejércitos, en la cual solicita “se le libre certificación de ser cierto haber asistido a los enfermos de esta villa (de Galera) durante la enfermedad del cólera morbo que la ha afligido”, nos reafirma en la certidumbre del hecho.

Don José Pascual, licenciado en medicina, solicita desde Albacete en 1835 un premio al Gobernador Civil de Granada por su conducta como médico en el tiempo de la peste en Galera. El Gobernador pide informes al Ayuntamiento y éste certifica que durante unos días vio los enfermos desde la puerta de sus casas, les preguntó sus molestias y se marchaba sin recetarles nada, como que la enfermedad le fuese desconocida. Un día se marchó a Huéscar, su residencia, y pidió trescientos veinte reales por cuenta de sus honorarios; pero el Alcalde, don José Rosa, temiendo que no volviese, como lo hizo, sólo le dio los cuarenta estipulados por aquel día, ofreciendo hacer lo mismo en cada uno que estuviese en esta villa ejerciendo su profesión. Al poco tiempo lo expulsaron de la ciudad de Huéscar por no cumplir con su deber. Y terminan nuestros antepasados con esta arremetida final:

…don José Pascual García ha tratado de engañar al Gobierno, como por desgracia hay muchos que lo intentan, pero los autoridades celosas del bien de su patria no pueden permitir codiciosos amaños contrariamente de las reales órdenes…”

Muy pocos años después de esta epidemia, el 28 de febrero de 1858, “a moción del Regidor Síndico se trató de que intrusamente se están haciendo eras de pan trillar en el que fue cementerio en la época del cólera de 1834 y se acordó no se permita de ningún modo aprovechar este terreno religioso”.

Pero no tendría demasiado efecto la prohibición cuando a los diecisiete años -13 de junio de 1875- también se queja el párroco al Ayuntamiento porque en el paraje del Hacho, “cementerio que fue en la época epidémica de 1834″, se están profanando las sepulturas del antiguo cementerio y le ruega que intervenga “para que no pueda abusar de él la codicia particular”.

Para finalizar, hay que aludir al acuerdo que el 22 de septiembre de este mismo año hace el Ayuntamiento por el que contrata al médico residente en Orce a la espera de otro residente en esta villa, porque el que había en Galera ha muerto igualmente en los días de la epidemia.

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