GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 96)
- 1 semana atrás
- X.5. LA CONSOLIDACIÓN DE LA GALERA ACTUAL (X) IX.5.c. ABASTECIMIENTOS (II) Fiel a su obligación, el Cabildo se pr... [leer más]
GALERA TREINTA Y CINCO SIGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 33)
X. LA EDAD MODERNA
REBELIÓN (VI)
Estamos, por consiguiente, ante una novedad. No se trata de una noticia aislada, sino de varias, de “algunas cartas y nuevas” de los espías que pululaban por la zona, así como de “otras personas”. Todo esto parece confirmar que, efectivamente, se produce un ataque de los moriscos de Galera a la ciudad de Huéscar en los días inmediatamente anteriores al 27 de enero de 1569,
Los temores se han confirmado, pasando de la sospecha a la certeza.
Y no tenemos más datos. Tal vez porque, efectivamente, los daños causados en Huéscar han sido mínimos. Sin embargo, ello explica las actuaciones inmediatamente posteriores a este hecho del Concejo de Huéscar, consistentes en la petición de ayuda a diversos lugares, extremo que hasta ahora no se había producido. Orihuela, Murcia y arzobispado de Toledo son los destinos -que conozcamos- de sendas peticiones de socorro, como veremos a continuación.
El mensaje de Segura no concluye aquí. Comunica el clima de confusión en que ha llegado la noticia, reaccionando inmediatamente a ella enviando “a la parte de las rraigadas y su comarca hasta (doscientos) tiradores”. Excusa lo menguado de la ayuda por la situación en que se encuentra aquella villa, que ha enviado soldados a otros lugares. Añaden que el día 23 han enviado mensajes al Campo de Montiel, a Alcaraz y las villas del conde de Paredes contando el dramático suceso. Prometen colaborar con más de quinientos infantes de proseguir el peligro, del que ruegan avisen en caso de persistir.
Hay un comunicado, fechado el día 28, que procede del campamento que el Marqués de los Vélez había montado en Felix (Almería) tras una resonante victoria. La firma un tal Hinojoso, o Hinojosa, que ha sido comisionado por la ciudad de Huéscar para llevar provisiones al citado campamento, el cual adolece de casi todo tipo de ellas.
“AYlles Sses
jueves la tarde a los xxvii del presente llegue a este alojamyo de filix donde alle a la exa del marques de belez y entregue en ne (nombre) de v sa la arina que llego despues de munchos peligros y salvamento la qal llego a tal punto que en este canpo no avia pan ny farina…”.
El enviado cuenta la victoria obtenida el día 19 de ese mismo mes sobre los sublevados, dando el número de 2000 muertos en la batalla. Después de relacionar otros detalles sobre los planes que tiene el marqués, anuncia el levantamiento de Níjar, Lucainena, Huebro, Teresa y Cabrera.
Pero, las cosas de la guerra, no todas las nuevas son optimistas. El día 30 el marqués de los Vélez, que como estamos viendo anda por la sierra de Almería, remite cartas a Granada avisando de la posibilidad de que lleguen a la costa refuerzos de Argel y de Tetuán.
En contestación a su petición de socorro -sin duda alguna provocada por el ataque de los alzados a la ciudad sobre los días 20 de enero- el Ayuntamiento de Orihuela contesta al de Huéscar -el 6 de febrero- con muy buenas razones, pero con muy poca efectividad. El caso es que desde la ciudad alicantina dicen que “vista la falta que aqui tenemos de toda manera de armas, scrivimos en el mesmo punto a la ciudad de Alicante para q fasvoreciesen acerca de la provison dellas al dicho sor Rodrigo muños”.1
En la despedida no pueden caber más buenos deseos. Pero sólo eso, deseos.
Un día después, la ciudad de Murcia responde a la carta que Huéscar ha debido mandarle en demanda de ayuda. Si a veces el lenguaje sirve para enturbiar una situación, éste puede ser un ejemplo de lo que es utilizar una verborrea enrevesada para eludir complicaciones.
Naturalmente, manifiestan “q lo que mas siempre se offreciere se hara a su mucha boluntad como negocio propio de esta ciudad/ nro. señor las illes. personas de vs ms guarde y estado acreciente”.
Teniendo en cuenta la vinculación de Huéscar y Castilléjar con Toledo en el ámbito de la jurisdicción religiosa, por ser estas localidades pertenecientes a aquel arzobispado, las autoridades oscenses se dirigen igualmente a ellas en demanda de apoyo material, de dinero contante y sonante, con que pagar los inevitables gastos que supone armarse frente al nada supuesto enemigo.
También aquí el uso del idioma para sortear escollos brilla con luz propia. Un montón de buenas razones “necesidad”, “riesgo”, “lo he sentido y siento tan de veras”, “grandisima voluntad”, “bien enpleado asi por el servio q en ello se hacia a nro sr”, Apor dar a vs ms contentamiento y servirles@, se exhibe antes de concluir diciendo que “yo no tengo facultad para disponer en un caso como este porq es extraodinario” y aunque “yo quisiera alargarme a hazer alguna ayuda en esta coyuntura no puedo” y así “recibiran vs ms mi boluntad q cierto es muy buena y quisiera yo muyo q la obra correspondiera conforme a lo q vs ms me scriven”. Fechado el 11 de febrero.
Poco a poco han ido cayendo los lugares de La Alpujarra. El invierno, entre otros elementos, ha hecho estragos en las filas moriscas. A ello se une la acertada política del marqués de Mondéjar que trata a los vencidos sin la dureza esperada en un vencedor. Órgiva figura como uno de los últimos lugares de la comarca en reducirse a mediados del mes. Ello causa en Granada la lógica alegría. Contagiándose de este espíritu, la sierra de los Filabres depone su actitud igualmente, con lo que pacificación es un hecho en gran parte del Reino de Granada.
Sin embargo, no todos los gobernantes opinaban con optimismo ante esta deseada situación:
“Mas otras muchas personas graves hubo que con diferente consideración juzgaban que no podía permanecer aquella paz, diciendo que los malos eran muchos, y que en viniéndoles socorro de Berbería, volverían a inquietar a los otros, volverían a inquietar a los otros; que los moriscos, gente mañosa, habiendo hecho tantos males, y viendo que se usaba misericordia con ellos, tomando experiencia en la condición del Capitán General2, cuando viesen cesar el rigor de las armas tomarían mayor atrevimiento para cometer otros mayores delitos”.
La paz, a pesar de las opiniones de algunos según hemos visto, es un hecho. Aunque muy frágil.
Con la excusa de prender al cabeza de la rebelión, Aben Humeya, que andaba huido, el capitán Bernardino de Villalta y tres compañías de infantería se internan en la sierra desde su base en La Peza el día 1 de marzo. Al día siguiente llegan a Laroles, cuya población había asumido la situación de reducción que se había generalizado. Sin previo aviso y sin que hubiese provocación alguna, los soldados entran impetuosamente en el lugar a sangre y a fuego. El resultado es de cien moriscos muertos. Se concluye por saquear la población y quemarla.
Esta situación de paz inestable, con la teórica superioridad de los cristianos, hace que los soldados abusen cada vez más del elemento morisco, lo que lleva a una generalización de los desmanes contra las propiedades y las personas de los sublevados. En los primeros días de abril la situación es insoportable y se reactiva el alzamiento en los mismos lugares en donde se había conseguido apaciguar. El asunto se agrava cada día que pasa y Felipe II determina adelantar el envío de su hermanastro, don Juan de Austria, con intención de que coordine las operaciones militares desde Granada. Éste llegará a la capital el 13 de abril.
Pero antes de que esto suceda, ocurre en Granada un gravísimo hecho que no tiene por menos que influir en el nuevo levantamiento morisco. La narración es ahora de Antonio Girón, un enviado de la duquesa, como después veremos. Girón, desde Granada, tras haber pasado por Baza y comentar una entrevista que ha tenido con don Enrique Enríquez, en la que han hablado de la venida de don Juan de Austria si la situación sigue igual, escribe la única carta que conocemos de él al Concejo. El episodio es el siguiente:
“ayer amanecyeron cyento y quize moryscos muertos en la carcel en que avia tres o quatro que balya su hazienda cyento y cyncuenta mil ducados dizese de muchas maneras lo mal qesta dizen que tenian concertado se abia de lebantar el albayzin y venir de fuera mas jente y que entendiendo era tyenpo se lebantaron y deserraron y mataron dos crystyanos y sentydos dio el alcayde de la carcel armas a los crystianos viejos y començaron a dar en ellos y mataron ocho o nuebe y binieron los alcaldes y el presidente y les mandaron decir que se diesen y no quisieron darse mas de ocho y mandaron dar en los demas y no dexaron ninguno a bida tubieron hasta ayer todo el dia en acarrear con carretas a la puerta elbira…”.
El terrible episodio se produce, efectivamente, en las mazmorras de la Audiencia el día 17 de marzo. Mármol Carvajal lo recoge así mismo y cuenta que el hecho se produjo porque, en el contexto de los continuos rumores y sospechas de un nuevo alzamiento de los habitantes del Albaicín, alguien creyó ver esa noche señales luminosas, lo que se interpretó como la señal definitiva que provocaría un nuevo alzamiento. Fuera o no cierto, el hecho hizo que el nerviosismo y los deseos de venganza se aliasen y diesen lugar a la horrorosa matanza que hemos contado. Y que a su vez contó este nuevo enviado de Huéscar en Granada a sus autoridades.
La tranquilidad, sin embargo, se conserva aún en la comarca que nos ocupa. Reflejo de ello es la nueva misiva que envía, el día 25 de abril, la duquesa de Alba a sus vasallos.
En primer lugar se congratula de lo bien que se ha preparado la ciudad para soportar cualquier ataque al castillo: “reparado, armado y avituallado con las municiones necesarias”. En el ambiente debe de haber síntomas que le hacen decir que “que por muchas causas que podreis considerar cierto no ay de que temer en especial con la buena Probision que su magd de presente ha mandado hazer que con ella bereis muy presto diferente senblante a las cosas del que aora tienen”.
Seguramente se refiere al envío, precisamente desde Madrid, de don Juan de Austria al teatro de operaciones y el optimismo que ello suscita en las filas cristianas, ya que continúa el párrafo con este críptico lenguaje, tal vez por miedo de que la carta sea interceptada por el enemigo: “y del que os hazen entender con sus fechas algunas (cosas) que os avisan de cosas que no entienden, las quales se saben aqui muchos dias antes”.
Más adelante supone que la presencia entre ellos de Antonio Girón habrá mejorado la situación. Y de nuevo dejar traslucir, muy claramente por otra parte, su preocupación por el trato que se dé a los súbditos moriscos. Así lo expresa en la carta:
“con ser benido antonio jiron que tan bien sabar husar de los medios que conbienen para ello ayudandole vosotros con las cosas nesçesarias se conseguira el fin que pretendeis y yo deso que con esto se ha de guardar esa ciudad y estado y no con los malos testimos de obras y palabras que yo se se an hecho y hazen cada dia a los cristianos nuebos y os encargo mucho que no dexando de bibir con el recato neçesario que lo que en bosotros fuere procureis que no sean mal tratados sino que antes los animeis para poder sufrir tantos trabajos y costas como les a benido en esta desbentura de que ellos no an sido la causa que de las yntenciones solo dios puede juzgar y castigar y no lo permite ni comete en la tierra…”
1 Rodrigo Muñoz es el enviado especial de Huéscar, que lleva la carta y espera traerse la ayuda que por ahora no se materializa.
2 El marqués de Mondéjar.