GALERA TREINTA Y CINCO SIEGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 96)
- 1 semana atrás
- X.5. LA CONSOLIDACIÓN DE LA GALERA ACTUAL (X) IX.5.c. ABASTECIMIENTOS (II) Fiel a su obligación, el Cabildo se pr... [leer más]
Efemérides del 20/01/1570
Asedio de Galera por don Juan de Austria.
Comienzan a sonar los cañones de don Juan de Austria en Galera. Y es la torre de la iglesia el blanco de los disparos, que se efectúan desde la batería instalada en las eras. A los pocos tiros se abre “un portillo alto, no muy grande”, que tiene el efecto inmediato de desmoralizar a sus defensores. Aprovechando esta circunstancia, los atacantes, encabezados por el propio don Pedro de Padilla, el marqués de la Favara, don Alonso de Luzón y otros señalados, se hacen inmediatamente con el recinto a costa de las vidas de sus ocupantes y de las de 5 soldados cristianos.
Dada la cercanía de la iglesia a la entrada del pueblo, el cual han aislado sus habitantes del exterior mediante un foso, el hecho de pasar desde las posiciones del tercio de Nápoles hasta la iglesia es una auténtica trampa para los cristianos, ya que desde el foso y las partes más bajas de la población los sublevados disparan a placer sobre quienes se aventuren a hacer ese recorrido. Para eliminar este continuo peligro se dispone que dos escuadras de arcabuceros estén constantemente destinadas en la torre. De esa manera cubren con sus disparos a quienes tengan necesidad de pasar desde la iglesia hasta las posiciones y viceversa. Esa noche el tercio de Nápoles excava una trinchera que cierra la salida de la población por su parte norte, de manera que los atacantes actúen sin peligro por esa parte.
Ocupando el espacio dejado por el tercio de Nápoles, la división de don Lope de Figueroa se acerca más a la población, ubicándose tal vez en el paraje conocido como “Los Tres Caminos”, usando quizá la referida trinchera en los primeros días de asedio.
Este mismo día, animados los soldados con el recuerdo de que los de Huéscar casi toman la villa en uno de sus asaltos, lo intentan por la ladera de poniente que, en principio es la más débil por ser la más llana. Pero las apariencias engañan a los animosos asaltantes. Una vez superado el foso, llegan a las casas y a las calles, todas ellas preparadas con traveses. Es imposible pasar sin que desde las propias viviendas les descarguen los arcabuces y las pedradas con toda comodidad, mientras que la artillería no hace prácticamente daño alguno. Vista la dificultad, se produce la retirada en la cual algunos quedan atrapados ante sus enemigos, que no tienen piedad con ninguno de ellos.