GALERA TREINTA Y CINCO SIGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 38)

XI. LA EDAD MODERNA

I.”GALERA, LA MI GALERA…” (IV)

 

Don Juan de Austria no se aparta ni una tilde del guion que le ha escrito su augusto hermanastro, como veremos en el transcurso de los hechos. En su viaje pasa por Iznalloz (29/XII), Guadix (30/XII), Gor (31/XII) y Baza (1/I/570), donde se detiene. Aquí lo aguarda el Comendador Mayor de Castilla el cual ha hecho traer de Cartagena artillería, armas, municiones y demás impedimenta.

Se dispone que para trasladar todo este material salgan en una primera expedición los carros y los bastimentos hacia Huéscar y regresen inmediatamente a Baza para terminar de transportar el resto. De esa forma, un impresionante convoy mandado por Luis del Mármol Carvajal, compuesto de 700 carros y 1400 bagajes y escoltado por 300 jinetes, se dirige desde Baza a Huéscar, iniciándose así la intervención de Austria en Galera. Tal y como había anunciado, el marqués de los Vélez, sabedor de que su relevo es un hecho, levanta el cerco de Galera y se retira a Huéscar para esperar a Su Excelencia, antes incluso de que lleguen los primeros carros con la bélica carga.

Al quedarse desguarnecida Galera, el intendente del ejército, precisamente Luis del Mármol Carvajal, solicita ayuda para pasar junto a la villa sin el peligro que supone un ataque de los sublevados, quienes no han abandonado la localidad como era de esperar tras ausentarse Vélez. Los refuerzos acuden, dos compañías de infantería procedentes de Benamaurel y una de caballería enviada por Austria, y el cargamento llega a su destino tras un viaje de dos días. Una vez preparado todo el material necesario, don Juan de Austria viaja en una jornada de Baza a Huéscar1 . Allí se van a encontrar el veterano y prestigioso militar con el joven y novel general del ejército frente a frente. A ninguno de los dos debe de gustarle esta situación, pero si lo cortés no quita lo valiente hay que atenerse a ello. De todas formas, el de los Vélez muestra con toda claridad la opinión que tiene sobre su sustitución al frente de las tropas que pretenden tomar la villa con un gesto. Y a veces un gesto es mucho más elocuente que todo un discurso.

En cumplimiento del primer acuerdo, se envían diez compañías a Castilléjar – única vía de evasión posible desde Galera- al mando del capitán Francisco de Molina. De esa forma se hace imposible una retirada a última hora, con lo que el enemigo ha de plantar cara o entregarse. No hay otra alternativa. Como segundo punto de la estrategia, está el reconocimiento de la villa antes de desplazar a sus inmediaciones todo el campo. Y así lo hace Austria dos días antes del traslado del impresionante contingente militar, de cuyas observaciones se supone diseñaría el plan de ataque que iba a acometer.

19 de enero,2 de 1570, miércoles. Todo el campo -compuesto por 63 compañías y 800 jinetes entre los cuales se sumaban unos 12.000 soldados- se traslada a las inmediaciones de Galera e inicia las operaciones previas a un asedio.

En primer lugar se elige un espacio para el establecimiento del campamento en un sitio cómodo y resguardado de los ataques por sorpresa del enemigo. Contrariamente a lo que había hecho el marqués, cuyo campo parece haber estado frente a la población, ocupando las actuales salidas del pueblo hacia Huéscar y hacia Orce, Austria elige un paraje que deben ser los terrenos defendidos por el cerro de El Real de la débil artillería morisca instalada en el castillo. Naturalmente, el grueso del campo ocuparía la parte inferior del pago de la Alpanchía, aunque, dado el número tan alto de efectivos humanos, se extendería por todos los alrededores. Sin embargo, algunas compañías se sitúan en lugares estratégicos, de manera que desde el principio el pueblo quede rodeado3.

A este espectacular despliegue de fuerzas y medios los moriscos oponen, como sabemos, unos tres mil varones en condiciones de pelear dotados de unos doscientos arcabuces, escasez de munición desde el principio y dos cañones de los llamados falconetes4, uno de los cuales se lo habían arrebatado al marqués de los Vélez en el primer asalto que éste dio sobre la villa. Mientras el campo termina de asentarse, Austria y sus generales suben a los cerros que dominan la población por el sur, tal vez el de la Venta de Campos, y lo que contemplan es este panorama que describe Hita:

Galera es un pueblo mas largo que ancho; su longitud se estiende desde el mediodía á la tramontana, y su latitud de poniente á levante. El circuito no es grande, aunque por tener angostas las calles y ser las casas pequeñas, bien que no mal labradas, contenía más vencidario del que mostraba á primera vista. Su forma es la de una galera que está con la quilla arriba, de lo que se presume tomó su nombre. La popa della… mira á la parte del mediodía, y la proa en derechura á la tramontana y camino de Huéscar. El pueblo se edificó sobre una peña tajada á la redonda, salva la parte que venía á tener por frente las eras5…y estaba la iglesia, la cual parte… era algo llana, pero no tanto que dejase de ser por allí tan fuerte como las demás, teniendo por delante un foso… Por la parte de la popa, que era la más alta y recta, descollaba un castillejo labrado á lo antiguo, con un rebellín que llegaba hasta unos seis pasos de la muralla, dejando en medio una pequeña calle que dominaba á todo el lugar. La muralla, hecha así mismo á lo antiguo, no era muy alta, y tenía algunos torreoncillos…”

Internándonos en la población, esto es lo que observan, tal y como nos cuenta Mármol:

… las casas estaban tan juntas, que las paredes eran bastante defensa para cualquier furioso asalto… porque estaban puestas unas á caballero de otras, de manera que los terrados de las primeras igualaban con los cimientos de las segundas, y el fundamento era sobre peñas vivas, alzándose hasta la más alta cumbre; y por esta causa eran los terrados tan desiguales, que no se podía subir ni pasar de uno en otro sin muy largas escalas; y teniendo los moros hechos muchos reparos y defensas en las calles, tampoco se podia andar por ellas sin manifiesto peligro. Había dos calles principales que subían desde la puerta de la villa que salía á la iglesia, hasta el castillo; las cuales, demás de ser muy angostas, las tenían los moros barreadas de cincuenta en cincuenta pasos y hechos muchos traveses de una parte y de otra en las puertas y paredes de las casas para herir á su salvo á los que fuesen pasando; y para poderse socorrer los unos á los otros en tiempo de necesidad, las tenían horadadas y hechos unos agujeros tan pequeños, que apenas podía caber un hombre á gatas por ellos… Y porque dentro no había pozos ni fuentes, habían hecho una mina, que iba cubierta desde las casas bajas hasta el río…”

Este segundo reconocimiento provoca una escaramuza con los moriscos, los cuales atacan al acompañamiento de arcabuceros de Su Excelencia y le causan 4 muertos y 10 heridos. Inmediatamente se pone en ejecución la estrategia diseñada, que es la siguiente: El tercio de Nápoles debe iniciar una trinchera que vaya desde el cerro de La Venta de Campos hasta casi debajo del castillo. Esta obra evitará que los soldados queden al descubierto por esta zona, muy peligrosa por los disparos que salen del poblado en aquel punto. En el llano que hay a poniente se levantará una plataforma con un cañón reforzado y dos medios cañones para asediar la muralla de ese flanco y las casas bajas. Una segunda plataforma se alzará sobre el cerro de El Real en la que se instalarán tres sacres con que atacar sistemáticamente la cara de levante del castillo y las casas contiguas a él. Para defensa de los servidores se excava una trinchera que la ciña.

Sobre el cerro de La Venta de Campos se alza una tercera plataforma, provista de cuatro sacres y defendida igualmente por una trinchera a sus pies. El tercio de Nápoles, al mando del cual está don Pedro de Padilla, se sitúa en la parte de las eras, a poniente de la población, para evitar igualmente una evasión por ese parte, que es la única que ofrece posibilidades por ser la menos accidentada.

Precisamente en este llano es donde está la iglesia, que, al haber sido abandonada en los primeros días del alzamiento por los cristianos, está en manos de los moriscos. Desde allí hábiles tiradores causan muchas bajas en los soldados que andan cerca de ella. Para eliminar este constante peligro, Austria ordena al capitán Francisco de Molina, relevado de su encargo de vigilar Castilléjar, que traiga la artillería de Huéscar para batir la torre, pues no hay otro modo de tomarla. En una noche se hace un camino desde Huéscar a Galera, capaz de soportar los carros que transportan los cañones. El río tampoco es obstáculo para los decididos beligerantes: en esa misma noche construyen dos pontones a través de los cuales cruzan la mortífera carga, además de una plataforma sobre la que alzar las dos piezas con que se va a atacar a la torre. A punto de concluir las operaciones preparatorias de ese largo día, hubo un toque de alarma que luego resultó injustificado. “Mandando cesar el rumor y aquietar el campo, Su Alteza se tornó a su tienda”, es la literaria frase con que Hita describe el final del suceso.

1 Para obstaculizar lo más posible la llegada de don Juan a Huéscar, los moriscos de los territorios comarcanos por donde había de pasar abrieron todas las acequias y anegaron los caminos, haciéndose con ello muy difícil el paso

2 Hita da el día 18 de enero para esta salida.

3 Nosotros, frente a la ubicación que da Hita para el campamento, “Alojóse este dia el campo todo junto a un valle que tiene aquella tierra por la parte de tramontana, donde corre un río pequeño”, señalando con ello el paraje conocido como “Camino de Huéscar”, nos inclinamos por la que menciona Mármol por los siguientes motivos: a) Hita, a partir de estos hechos precisamente, no es testigo directo de ellos, sino que se basa para su narración en el diario de Tomás Pérez de Hevia. Éste pudo haber situado vagamente el punto exacto elegido para acampar, de manera que es fácil confundir un valle -el que viene de Huéscar- con otro -el que viene de Orce- y ambos recorridos por “un río pequeño”. b) Mármol, que es testigo directo de lo que aquí narra, es más riguroso en su descripción. En ella puntualiza que “asentó el campo poco más arriba de donde el marqués de los Vélez había tenido el suyo, cubierto con un cerro que cae a la parte de levante cerca del río, y seguro de los tiros enemigos”. c) El cerro al que se refiere, como confirmación de que en sus cercanías estuvo el campamento, es El Real, cuya denominación alude a la parte de un campamento en donde se aloja un personaje de la realeza, como lo era don Juan de Austria.

4 Pieza de artillería que utilizaba balas de un kilogramo de peso aproximadamente.

5 En este momento las eras ocupaban el solar del pueblo actual.

Deja tu comentario

Su dirección de correo no será publicada.