CALLE ABENOZMÍN

El nombre de esta vía urbana es uno de las que se han incorporado más recientemente al callejero de Galera, ya que el barrio en donde se encuentra, el cerro de la Virgen de la Cabeza, se consideraba anteriormente una unidad y no había en él separación de calles, salvo el Remendado, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad.

Está situada en la ladera oriental del denominado cerro y, arrancando en la también vía “Carretera Antigua”, llega hasta prácticamente la ermita de la Virgen, que le da nombre a todo este conjunto.

Las viviendas que la constituyen están todas alineadas -siguiendo las irregularidades que presenta la orografía del cerro, por lo que no están en línea recta- en la margen derecha, según se asciende. Las referidas viviendas antiguamente eran en casi su totalidad cuevas, algunas de las cuales presentaban delante una parte construida, lo que se mantiene en la actualidad, bien que renovadas casi todas ellas en sus estructuras.

Su margen izquierda está recorrida en toda su longitud por un pretil de protección, que se alza sobre la ladera que cae sobre la calle inferior, la mencionada “Carretera Antigua”. Precisamente en esta ladera, en un nivel inferior al de la calle, afloran aún restos de las construcciones moriscas que cubrían toda la colina, ya que era en ella donde se asentaba la Galira medieval y posteriormente la Galera de los primeros siglos de la Edad Moderna.

El nombre de Abenozmín, propuesto en su día por quien suscribe, es una especie de homenaje a los últimos habitantes moriscos de este solar, que cayeron en los trágicos hechos acaecidos en la sublevación de los moriscos del Reino de Granada de 1568 a 1570 en los que tanto protagonismo tuvo la villa de Galera. Entre dichos habitantes, un buen número de ellos llevaba este nombre.

Uno de los testigos de los hechos fue el historiador-novelista Ginés Pérez de Hita, que describe con gran realismo los enfrentamientos entre ambos contrincantes en la obra titulada GUERRAS CIVILES DE GRANADA. En el capítulo último referido a Galera, incorpora este romance en el que el protagonista se llama precisamente ABENOZMÍN.

Mastredajes marineros

De Huéscar y otro lugar

Han armado una Galera

Que no la hay tal en el mar.

No tiene velas, ni remos,

Y navega y hace mal;

El castillo de la popa

Tiene muy bien que mirar.

La carena es una peña

Muy fuerte para espantar.

Quien pudo galafatearla,

Bien sabe galafatear.

No lleva estopa, ni brea,

Y el agua no puede entrar

Sino por escotillón

Hecho á costa principal.

Marinero que la rige

Sarracino es natural,

Criado acá en nuestra España

Para su mal y nuestro mal.

Abenhozmín ha por nombre,

Y es hombre de gran caudal.

Confiado en su Galera

Va diciendo este cantar:

“Galera, la mi Galera,

Dios te me guarde de mal,

De los peligros del mundo

Y del príncipe don Juan,

Y de su gente española,

Que te viene á conquistar.

Si deste golfo me sacas

Delante pienso pasar

A la vuelta de Toledo,

Madrid y el Escurial;

el Pardo y Aranjuez

Los presumo visitar

Y llegar á las Asturias,

Do otra vez pudo llegar

Abenhozmín mi pasado,

Que vino de allende el mar,

Y poseyó las Españas

Casi mil años, o más”.

Estas palabras diciendo

La Galera fue a encallar;

No puede ir adelante,

Ni puede volver atrás.

Cristianos la rodearon

Por haberla de tomar;

Toda es gente belicosa,

Con ellos el gran don Juan.

Comienzan de combatirla,

Y ella quiere pelear

Sin darse á ningún partido

Antes quiere allí acabar.

Fuertemente la combate

El de Austria sin la dejar;

Con cañones reforzados

Comienza á cañonear.

Poco vale combatirla,

Que es fuerte para espantar,

Hasta que le arrojan dentro

Pólvora, fuego, alquitrán,

Con que le dan cruda guerra

Y al fin la hacen volar.

Así acabó esta Galera

Sin poder más navegar.

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