PLAZA MAYOR

Seis han sido, al parecer, las denominaciones que ha tenido nuestro principal y central espacio público urbano, como es la plaza de la localidad, desde que se levantara la nueva Galera a partir de 1591.

1) Simplemente Plaza, entre otras cosas porque no había más que una desde la fundación de la nueva población, hasta iniciado el siglo XIX.

2) Tal vez Plaza Real en la época de Fernando VII.

3) Plaza Real de la Constitución una vez aprobada la primera Carta Magna española en Cádiz en 1812, la famosa “Pepa”.

4) Plaza de la República, según acuerdo del Pleno del Ayuntamiento del 8 de junio de 1931.

5) Plaza del Generalísimo desde julio de 1939.

6) Plaza Mayor tras el restablecimiento de la democracia.

Frente a este “quita y pon” en cuanto a sus nombres, el ágora de Galera se ha mantenido prácticamente inalterable en su forma y en su superficie desde que fue diseñada por aquellos pobladores procedentes de diversos lugares de España.

El primer documento que menciona que ya existe como tal dicha plaza, es un acuerdo del Concejo de la villa para reservar como bienes de propios las haciendas sobrantes en el reparto a que habían sido sometidas las “suertes de población”1. El él se señala “… que se hiciera la votación entre los pobladores el día veinticinco de marzo, día de la Sacratísima reina de las Ángeles nuestra Señora… del dicho año de mil y quinientos noventa y seis años… habiendo salido de Misa mayor… hicieron juntar los dichos vecinos los que de ellos pudieran ser personas pobladores, que tiene suertes por repartimiento y compras en la plaza desta Villa en el cantón de la casa de Juan de Alfocea, que está junto a la dcha. Plaza…”

El nueve de octubre de 1625, debido a una aterradora escasez a consecuencia de varios años malas cosechas, se determina por el Concejo la prohibición de vender trigo fuera del pueblo, lo que se ha de hacer público pregonándolo “en la plaza desta villa”. ¿Que cuál era el castigo al que no cumpliera esta orden?, se preguntarán los más curiosos: “el que fuera aprehendido que benda el dicho tº (trigo) lo pierda o el dinero en que lo vendió demás de que será castigado con todo rigor como persona inobediente a los mandatos de la juzia. (justicia)”

En asuntos que supiesen decisiones muy importantes, éstas las tomaban los vecinos en casi su totalidad. Es el caso de la venta de las viñas como pastos (“la pámpana”), una vez recogida la cosecha, para costear las obras de la ermita de Santa Ana. Esta venta sólo era posible si la autorizaba una Real Provisión la cual, entre otras cosas, exigía que todos los habitantes emitiesen su voto. Y así se hizo el 26 de octubre de 1653, de la manera siguiente: “abiendose juntado a cabildo abierto2 a son de campana tañida para el efeto q. se declara en dcha. Real Probisión y abiendose juntado la mayor parte de los becinos desta dcha. Villa…”

Habrá otro lector que se pregunte. ¿Y en qué quedó la cosa? “… y consintieron en que se venda la pámpana de las viñas para el efeto contenido en la Probisión…”

Hay una cita curiosa en un apunte del Ayuntamiento en 1731 de gastos habidos, entre los cuales señala los doce reales que se dieron “para adorno de la plaza el día del Smo.

El Catastro del Marqués de la Ensenada nos ofrece una “radiografía” de la sociedad galerina de 1753 en cuanto a habitantes y haciendas de cada uno de ellos. No en vano se hizo en toda España para aplicar adecuadamente las contribuciones o impuestos. Pero como ahora lo que nos interesa es saber qué protagonismo ha tenido nuestra plaza a lo largo de todo este tiempo, de este documento extraemos alunas informaciones sobre ella.

a) La Casa de las Tercias del Marqués de Aguilafuente, de dos cuerpos, bodega y un descubierto, se encuentra en la plaza.

b) Junto a la Tercia, encontramos así mismo la Cárcel.

c) El Mesón, propiedad del mismo marqués, está situado en la plaza.

Como sucede en todas las poblaciones, al menos del área mediterránea, la vida social solía y suele desarrollarse precisamente en las plazas a imitación de los griegos en el ágora. Naturalmente, los grandes sucesos que afectan negativa o positivamente al conjunto de vecinos, suelen tener lugar en estos espacios públicos a que venimos aludiendo.

Galera no iba a ser menos y como muestra vamos a señalar algunas fechas en que la tragedia, el miedo, la angustia, etc., o la alegría, el júbilo o el gozo colectivo se han hecho presentes al pie de la centenaria torre de la iglesia y frente a la Casa Consistorial, en nuestro caso.

Uno de los hechos más nefastos que golpearon a la sociedad galerina fue la presencia en su territorio del Ejército napoleónico. En un Informe del 30 de noviembre de 1815 sobre los daños causados en la villa, se afirma lo siguiente: “La devastación ha sido permanente mientras el Cetro de Hierro ha pisado este suelo; y absoluta y completa en la retirada que hizo por este pueblo todo el Ejército de Andalucía, en la que a un solo vecino no le dejaron aún fragmentos de los enseres y efectos que los servían para su subsistencia, vestidos y demás; los frutos de verano que aún estaban pendientes tuvieron la misma suerte, por la inmensidad de sus ganados de caballería y criminales robos de los soldados…”. En otro documento se aclara más la desgracia cuando se denuncia “la retirada de todo el Ejército de Andalucía a través de este pueblo y permaneciendo por espacio de once días todo su hospital general”, el cual no estaría instalado muy lejos de la plaza, de cuyo Pósito se utilizaron los papeles que estaban archivados para rellenar los colchones de los heridos y enfermos, perdiéndose con ello un importante capítulo de la historia de varios siglos.

Más de cien años pasaron sin grandes sobresaltos hasta el verano de 1936. Tras la sublevación y toma del Ayuntamiento por las derechas de la villa, impulsadas por la Guardia Civil de Orce, el día 3 de agosto se perfiló en el horizonte de la localidad un contingente militar compuesto por el Batallón “Tomás López” y la agrupación de milicianos conocida como “Columna Maroto” con la pretensión de restablecer el orden. Después de unas cinco horas de intenso tiroteo, ambas fuerzas entran en el pueblo y proceden a efectuar más de cien detenciones. La plaza es el teatro principal de estos hechos. A las pocas horas, algunas de las casas del entorno son saqueadas brutalmente y a la mañana siguiente dicha plaza está sembrada de restos del desvalijamiento: ropas, muebles, vajillas, huesos de jamón, papeles… Unos días después los vecinos descubren que varias imágenes de santos de la vecina iglesia parroquial están “ahorcadas” en los árboles que adornaban la misma plaza. La noche anterior algunos individuos decidieron obsequiar a los aterrorizados vecinos con este “detalle”.

Por aquellas mismas fechas, un nuevo sobresalto estremeció de pavor a la comunidad. En la madrugada del 15 al 16 de septiembre, las primeras luces del día desvelaron el cadáver de un vecino que había sido tiroteado por las calles de la villa. Huyendo, llegó hasta el Ayuntamiento en donde se encontraban varios individuos que, pese a los desagarrados ruegos del perseguido, no le permitieron la entrada, cerrándole la puerta. Los últimos disparos acabaron con su vida en la calle Padre Manjón, entre la plaza y la calle Cervantes.

Otro día gris es el 24 de marzo de 1941. Después de haber sido descargados los catorce cuerpos inertes del transporte que los ha trasladado a Galera desde Almería -donde fueron asesinados en el pozo de Cantavieja (Tahal, Almería) a mediados de septiembre de 1936- una larga comitiva de catorce féretros desfila silenciosamente por la plaza ante decenas de curiosos, para depositarlos en la ermita de San Antón hasta que se proceda a su entierro definitivo.

La madrugada del 8 al 9 de junio de 1964, según los registros sismográficos, un violento terremoto despertó a la población que, angustiada, abandonó sus domicilios para evitar ser aplastada en caso de una repetición del fenómeno. A los pocos minutos, tal vez no serían las 4, la plaza estaba extrañamente concurrida de atemorizados vecinos, que empezaron a rezar espontáneamente el Rosario. No había concluido éste cuando una nueva sacudida, ésta algo menor que la primera, hizo temblar el suelo nuevamente y crujir siniestramente los edificios. Como colofón, por una avería tal vez provocada por este nuevo movimiento, el alumbrado público dejó de funcionar lo que provocó una exclamación difícil de olvidar. Finalmente, vino la mañana y la plaza fue desocupándose lentamente.

Por el contrario, la plaza también ha sido testigo principal de eventos jubilosos como, por ejemplo, la proclamación de la Constitución de Cádiz.

De acuerdo con las instrucciones para el caso, llegan “superiores órdenes… y siendo indispensable… hacer cuanto en ellas se ordena… el Sr. D. Felipe Martínez Ruiz, alcalde ordinario… ha acordado con su compañero en vara y el señor cura párroco de esta iglesia que la publicación… se haga la tarde del sábado 21 de los corrientes (noviembre de 1812) en la plaza pública… sitio el más adecuado y decente de ella… por lo cual el retrato de nuestro amado monarca… don Fernando VII se colocará con todo el adorno posible… bajo un dosel en el balcón (del Ayuntamiento) cubierto todo el testero de damascos (y ) a sus pies se formará un tablado con suficientes escaños en donde se reunirán las autoridades civiles y eclesiásticas con los vecinos honrados y de primer orden… previniendo que las noches del veintiuno y veintidós… se ponga iluminación en toda esta población y que los moradores cuelguen sus balcones y ventanas con la decencia imaginable para que el acto sea completo…”. Al día siguiente, tras una serie de brillantes actos tanto en la Sala Capitular del Ayuntamiento como en la iglesia, “enseguida se colocaron las autoridades… en el tablado formado al pie del dosel… y por don Andrés María García, abogado, se arengó al Pueblo con arreglo al caso…finalizado este acto, que era la de noche… hubo repique general de campanas, salvas e iluminación general, fuegos artificiales y la música de la iglesia de la ciudad de Huéscar… lo cual concluyó después de la diez de la noche…”. No acabó aquí la celebración. Al día siguiente, por la tarde, hubo procesión con la imagen del Stmo. Cristo de la Expiración, después de la actuación de un orador sagrado. Nos consta documentalmente que esa noche se repitieron las mismas celebraciones, todo ello con la presencia del retrato del monarca y un ejemplar de la flamante Constitución.

Con la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931, el ambiente político de España entra en efervescencia, como indica la prensa de la época, tanto la de tendencia derechista como izquierdista. Los mítines, en vísperas de las elecciones que tuvieron lugar desde esta fecha hasta el estallido de la Guerra Civil, llenaron teatros, cines, plazas de toros y plaza públicas como este caso que cita escuetamente el diario Ideal de Granada en su edición del 16 de marzo de 1933:

GALERA

Los señores Moreno Dávila y Ruiz Alonso fueron recibidos por el pueblo en masa con una imponente ovación. Éste, que se hallaba ocupándola totalmente, en la plaza, despidió a los candidatos en medio de vivas y aplausos”.

El 10 de marzo de 1936 tiene lugar en la Sala Capitular del Ayuntamiento la constitución de una Comisión Gestora Administrativa del Ayuntamiento. Sus nueve miembros, pertenecientes al Partido Socialista (3), Izquierda Republicana (3) y Unión Republicana (3), disimulan difícilmente el júbilo que el enfervorizado público congregado en la plaza sí manifiesta.

El hecho era tan trascendente que no podía pasar desapercibido, ya que por primera vez en Galera tenía lugar palpablemente el cambio del sistema monárquico al republicano y así lo explica una crónica de aquel día, publicada en la prensa el 20 de ese mismo mes:

“… Terminada la sesión, el numeroso público congregado en la plaza de la República pidió y consiguió que saliesen al balcón principal del Ayuntamiento los nuevos elementos del mismo, siendo aclamados.

Hizo uso de la palabra el primer teniente, don Justo López Muñoz, en funciones de presidente, quien, verdaderamente emocionado, dijo que había que saber acoger, serenos y con conciencia de responsabilidad, el grandioso triunfo obtenido después de tantos sacrificios, y que la nueva Corporación estaba inspirada en una norma de estricta justicia para todos. Añadió que era necesario llevar, por medio de una labor de persuasión prudente e incansable, la República hasta el último rincón, lamentándose de que no haya sido comprendida aún por algunos elementos. Fue calurosamente aplaudido.

A continuación, y a requerimientos del público, habló el gestor señor García Montoro (sic), quien, en términos sencillos y enfervorizados, describió cuanto significa la República, reiterando las afirmaciones del señor López, en cuanto al propósito firmísimo del nuevo Cabildo de administrar justicia para todos sin excepción.

Tocó el tema religioso, afirmando que el partido Socialista es respetuoso para todas las creencias, a pesar del criterio contrario de ciertos elementos.

Después se dirigieron los nuevos elementos gestores a la Casa del Pueblo, seguidos de una muchedumbre entusiasmada, que les aplaudía constantemente.”

Pero, obviamente, la política no lo es todo, las grades celebraciones religiosas también han tenido su lugar de manifestación en la plaza.

Hay imágenes muy elocuentes con motivo de la recepción de la efigie de la Virgen de Fátima, para la que se monta un altar en el costado norte de la plaza, en la cual podemos contemplar la muchedumbre que ocupa este espacio. O la foto de unos niños que han hecho su primera comunión y están sentados en mesas, donde se les ofrece un suculento desayuno por decenas de jóvenes.

En el recuerdo también tenemos aquellos bailes de los años cincuenta en torno al tablado que se montaba -y se sigue montando- en la plaza con motivo de las fiestas del Stmo. Cristo. O los paseos que en esos mismos días daban alrededor del citado tablado incansables grupos de muchachas cogidas “de bracete” unas con otras, hasta que era la hora de retirarse a casa después de haber lucido sus mejores galas.

Como culminación, aún se mantiene año a año esa multitudinaria manifestación del fervor popular a la sagrada talla del Patrón en la ahora llamada Plaza Mayor la noche del domingo, una vez concluida la espectacular procesión, con motivo de la Rogativa.

1 Lotes compuestos de tierras de secano, regadío, huertos, viñas y solares que se le adjudicaban a los pobladores

2 En la plaza, claro, porque el número de asistentes superaba con creces la capacidad de cualquier dependencia de la Casa Consistorial

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