GALERA TREINTA Y CINCO SIGLOS DE HISTORIA (Capítulo nº 39)

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XI. LA EDAD MODERNA

I.GALERA, LA MI GALERA… (V).

20 de enero jueves

Comienzan a sonar los cañones de don Juan de Austria en Galera. Y es la torre de la iglesia el blanco de los disparos, que se efectúan desde la batería instalada en las eras. A los pocos tiros se abre “un portillo alto, no muy grande”, que tiene el efecto inmediato de desmoralizar a sus defensores.

Aprovechando esta circunstancia, los atacantes, encabezados por el propio don Pedro de Padilla, el marqués de la Favara, don Alonso de Luzón y otros señalados, se hacen inmediatamente con el recinto a costa de las vidas de sus ocupantes y de las de 5 soldados cristianos.

Dada la cercanía de la iglesia a la entrada del pueblo, el cual han aislado sus habitantes del exterior mediante un foso1, el hecho de pasar desde las posiciones del tercio de Nápoles hasta la iglesia es una auténtica trampa para los cristianos, ya que desde el foso y las partes más bajas de la población los sublevados disparan a placer sobre quienes se aventuren a hacer ese recorrido. Para eliminar este continuo peligro se dispone que dos escuadras de arcabuceros estén constantemente destinados en la torre. De esa manera cubren con sus disparos a quienes tengan necesidad de pasar desde la iglesia hasta las posiciones y viceversa.

Esa noche el tercio de Nápoles excava una trinchera que cierra la salida de la población por su parte norte, de manera que los atacantes actúen sin peligro por esa parte.

Ocupando el espacio dejado por el tercio de Nápoles, la división de don Lope de Figueroa se acerca más a la población, ubicándose tal vez en el paraje conocido como “Los Tres Caminos”, usando quizá la referida trinchera en los primeros días de asedio.

Este mismo día, animados los soldados con el recuerdo de que los de Huéscar casi toman la villa en uno de sus asaltos, lo intentan por la ladera de poniente que, en principio es la más débil por ser la más llana. Pero las apariencias engañan a los animosos asaltantes. Una vez superado el foso, llegan a las casas y a las calles, todas ellas preparadas con traveses. Es imposible pasar sin que desde las propias viviendas les descarguen los arcabuces y las pedradas con toda comodidad, mientras que la artillería no hace prácticamente daño alguno. Vista la dificultad, se produce la retirada en la cual algunos quedan atrapados ante sus enemigos, que no tienen piedad con ninguno de ellos.

Una nueva carta a García de Toledo de su pupilo en Madrid, con fecha del 20 de enero, nos pone al corriente sobre lo que se habla en la corte en relación con don Juan de Austria y su intervención en Galera:

De lo de granada solo ay que dezir que habia hasta agora juntos poco mas de XV U2 hombres y que para principio o mediado de hebrero se entiende estaran juntos todos los 33 o 34 U que han e ser, en lo que agora se entiende que sea de momento es en el sitio de galera do estan III U moros El qual continua El señor don Juan, con el comendador mayor por quel de los Velez le alço sabiendo que iva alli El señor don juan temiendose de lo que se yva a hazer con el que hera desconponelle dasele culpa de averse alçado aunque esto hoviera como havia de ser”

21, 22 y 23 de enero, viernes, sábado y domingo.

La artillería prosigue su labor machaconamente, aunque su rentabilidad es más bien escasa, dado la falta de munición que cada hora que pasa sufren los artilleros. Precisamente para suplir esta carencia se ha pedido todo este tipo de avituallamientos a Cartagena, de donde se espera que traigan también trece cañones nuevos, fundidos algunos de ellos en aquella ciudad. Las tropas, no obstante, no están ociosas y mientras se producen novedades se hacen trincheras en los lugares más estratégicos con una doble finalidad: por una parte defienden a los soldados de los tiros provenientes de la villa y por otra sirven para que éstos no puedan huir en caso de querer hacerlo. De todas maneras, unos 28 soldados mueren en estos días en acciones rutinarias. Ganada la torre y eliminado el peligro que suponía, se acercan las piezas de artillería hacia la muralla de poniente con intención de multiplicar el efecto sobre las defensas y las casas más cercanas.

24 de enero, lunes.

Austria considera que la villa está de alguna manera lo suficientemente castigada para intentar un asalto “a la sorda”3. La intención es, en primer lugar, reconocer en qué situación están las posiciones enemigas y, desde luego, entrar en la villa si les es posible. Como en los casos anteriores, se elige el flanco de poniente para acceder al fuerte. En los primeros momentos el éxito acompaña a los asaltantes, quienes franquean con toda facilidad el primer obstáculo que se les opone: el foso. A continuación algunas de las casas más cercanas a las eras por esa parte van siendo ocupadas sin demasiada oposición por parte de los sitiados. Pero, a medida que van ascendiendo por la ladera, se da la alarma por parte de los moriscos. Éstos, con un griterío ensordecedor, se aprestan a la defensa de sus posiciones, de manera que los soldados cristianos no pueden avanzar ni un paso más.

Después de una hora de lucha los cristianos tienen que retirarse ladera abajo “con no poco daño recebido”.

Insistentemente la artillería continúa su labor de romper las defensas y el ánimo de los cercados, aunque las municiones cada vez escasean más al no haber llegado aún el convoy de Cartagena. Naturalmente, el efeto, que desde el principio no era mucho, cada vez va siendo menor. Por ello se acuerda hacer una mina justamente debajo de la popa para volar el castillo y la muralla, que impiden un asalto con ciertas garantías de éxito en ese punto. El encargado de su ejecución es Francisco de Molina.

El día 26 escribe el rey a don Juan, en contestación a la carta que éste le había mandado diez días antes. Felipe II le responde desde la villa cacereña de La Talayuela, en su viaje desde Yuste hasta Córdoba:

Con harto deseo y cuidado estoy esperando nuevas vuestras desde Galera, aunquespero que han de ser muy buenas con lo que vos trabajais y preocupais…”4

27 de enero, jueves.

Está finalizada la preparación de la mina. Y ese mismo día, dispuesta la carga de 45 barriles de pólvora y varios costales de trigo y sal -como ingredientes potenciadores del explosivo- en el seno de cerro, se idea una estrategia en virtud de la cual rentabilizar este ingenio, totalmente desconocido hasta ahora por los sublevados.

Para tener la seguridad de que la explosión, además de destruir los elementos arquitectónicos citados, cause el mayor número de bajas en el enemigo, se propone simular un ataque precisamente por el punto donde la carga se ha colocado. De esa manera, se espera que los moriscos se coloquen, para defender la entrada, justamente sobre la vertical de la mina. Y en ese momento prenderle fuego. Después, atacar realmente por otros puntos del cerro.

La idea es aprobada y se desarrolla la siguiente estrategia:

El primer ataque se producirá por la parte del castillo para atraer a aquella parte a los defensores. Una vez que se calcule que hay un gran número de defensores, dar fuego a la mina.

Aprovechando el pánico que indudablemente producirá un efecto tan inesperado, a la vez que la densa polvareda que la explosión levante, se desencadenará un ataque del tercio de Nápoles por su flanco, el de poniente. A tal fin se preparan 5 compañías para asaltar, 4 que estén de reserva y 7 colocadas en la retaguardia para cortar la salida a quienes salgan huyendo.

A las 8 de la mañana se pone en ejecución. Los soldados destinados en las unidades que cubren el pueblo por el sur comienzan a realizar movimientos inequívocos de que se preparan para lanzar un asalto: se meten en las trincheras para cubrir desde ellas a los asaltantes y la artillería secunda la farsa. Los moriscos interpretan inmediatamente que se les va a asaltar y dan la alarma, con lo que en pocos minutos se acumulan sobre la mina unos 700 de ellos. En el momento preciso se hace estallar el ingenio y vuelan parte de la muralla, parte del castillo y unos 600 defensores. Contrariamente a lo que se esperaba, la explosión no ha hecho sino dificultar aún más la entrada por esta parte. Hay un intento de entrada, a pesar de la dificultad, y mueren en él unos 150 soldados.

Sin embargo, el efecto ha causado la sorpresa que se esperaba y nadie en el pueblo sabe lo que está sucediendo.

Por su parte, los soldados el tercio de Nápoles, desesperados por entrar, se impacientan porque no les dan las órdenes de intervenir. Y ante la perspectiva de un importante botín, saltan desde sus posiciones y comienzan a subir en contra de las órdenes que les gritan sus mandos.

Rápidamente superan la muralla y primeras casas. La polvareda y el espanto de los sublevados son sus aliados y en principio parece que van a llegar a lo alto y tomar la villa. Poco a poco el ataque se desencadena de una manera completamente anárquica. Amenazados, los moriscos se recuperan de la sorpresa y se dan cuenta de que en realidad el enemigo les entra por la ladera de poniente. Se acumulan ante la entrada y se llega a una lucha cuerpo a cuerpo que dura algo más de cuatro horas. Los moriscos, tanto hombres como mujeres y niños, se defienden a la desesperada con lo que tienen a mano, causando en los soldados graves daños a arcabuzazos y a pedradas. Al final de la batalla se cuentan grandes bajas de ambas partes, pero superando con mucho los habidos en filas cristianas. El intento, fallido nuevamente, ha costado unos 400 muertos y más de 500 heridos.

El siete de febrero, el fiel cronista del marqués de Villafranca, pone al corriente a su deudo de la actualidad. Naturalmente, le comenta las noticias que llegan a Madrid de Galera, a propósito del asalto del día 27 del mes anterior, que acabamos de contar:

…y lo que se sabe del campo sobre galera es que El señor don Joan hizo a los 27 dar asalto a la Villa y asi por no estar al paresçer de muchos bien batida, como por otras cosas, en fin perdio bien quinientos hombres segun se afirma, Jesús Fernández Fernández y Jesús M0 García Rodríguez 162 ay enbio una relaçion que della vino, pero entiendese, no obstante que en ella no dize mas de hasta CCCL muertos y heridos que llega el daño a los D sin los heridos, que se ha tenido por Ruin nueva asi por ser la primera plaça en que los moros se defienden como por averse perdido entre estos muchos hombres particulares…”

Efectivamente, aunque las bajas son las que especifica el autor de la carta5, las cuales coinciden con las que da Mármol, la censura ha rebajado convenientemente el número por cuestiones de prestigio -o desprestigio- del general de los ejércitos y para no alarmar demasiado a la población, que sigue en toda España con avidez las noticias del asedio de Galera.

No paró en lágrimas ni en gemidos el dolor que don Juan de Austria sintió cuando vio tantos cristianos muertos y heridos; antes, furioso, con justa y santa piedad hizo enterrar á los unos y llevar á curar á los otros”

El uso de la mina no había causado los resultados esperados. A pesar de ello, a juicio de los miembros del Consejo de Austria, es la única manera de entrar a la villa. Por consiguiente, hay necesidad de perfeccionar el sistema. Y, desde luego, de repetirlo con las correcciones necesarias para que de una vez por todas se abra un camino al interior de la población.

El desánimo de la tropa debe ser grande. Una matanza tan considerable no era precisamente lo que esperaban los soldados y por todo el campo corre un sentimiento de frustración, que pronto se traduce en un generalizado malestar. Todo ello debe de comunicárselo don Juan a su hermano en carta del día 29, a la cual responde el rey con ésta del 6 de febrero, en la que encaja el grave revés y lo anima a proseguir con la estrategia hasta ahora desplegada, a la vez que le da algunas recomendaciones, como es su costumbre:

Hermano: Antier recibí vuestra carta de 29 del pasado… y así no diré en esta sino que me pareció muy bien la órden que distes en todo, y vuestro cuidado y diligencia de que estoy yo bien seguro y cierto, y de que la llevareis adelante como es menester con el buen consejo parecer del comendador mayor y de Luis Quijada… mas en la guerra no pueden ser siempre los sucesos como se desean. Yo espero en Dios que eso de Galera y lo demás tendrá el que es menester, y para esto aunque sé que vos teneis cuidado dello, no puedo yo dejar de encargaros que le tengais muy grande de que él no sea deservido en ese campo6 ni haya las maldades y desórdenes que decís, que siendo tales no pueden hacer cosa buena, y así lo procurad, y que no haya juramentos ni otras ofensas de Dios, que con esto él nos ayudará y todo se hará bien”.

El proyecto de volar la villa mediante minas es conocido igualmente por Felipe II, que expresa de esta manera su opinión sobre esta estrategia:

Y por si llegáre á tiempo esta carta ántes de que se haya probado mas la ventura, no dejaré de deciros que pues la gente está como decís, que convendrá por no aventurar más gente buena que se haga todo lo que sea posible con las minas y artillería, ántes de venir á las manos; y que esto sea después destar lo demás muy llano; porque aunque se salga con ello, es bien que sea con la menos pérdida de gente que sea posible, y para esto yo procuraré que se os envíe todo lo que sea posible de artillería y municiones y otros pertrechos”.

1 Dicho foso se había excavado en lo días anteriores al asedio, por lo que se confirma que éste no sorprendió a los moriscos. La excavación debía ocupar aproximadamente el trayecto que va desde “las escalerillas” hasta el edificio de Cosme Izquierdo.

2 Quince mil.

3 Modalidad de ataque por sorpresa, en el que se suprimen los gritos y alaridos que los soldados tenían por costumbre proferir cuando se lanzaban contra las posiciones enemigas.

4 Este mensaje le llegará a don Juan el día 4 de febrero.

5 Gregorio Gonsalez de Vera.

6 Se debe referir a la reacción de los soldados que debe haberle contado su hermano, los cuales tuvieron que manifestarse desesperados por esta nueva situación y sus palabras no serían muy piadosas precisamente..

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