DESCRIPCIÓN, POR ORDEN GEOGRÁFICO, DE LAS SEPULTURAS DE LA NECRÓPOLI DE TÚTUGI Y DE SUS AJUARES RESPECTIVOS.

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XIV

Sepultura 35.- Sobre un lecho de carbones y tierra negra que estaba casi a flor del suelo, descubrimos la sepultura de un joven, en extremo sencilla, la cual se componía de un cuadrilátero de 45 centímetros de lado por 19 de altura, obtenido con cuatro lajas puestas de canto, y que encerraba una urna de forma cilíndrica, que se pintó toda de rojo uniforme: la vasija mide 18 centímetros de alto.

La tierra que mediaba entre la urna y las lajas del cuadrilátero tal vez fue puesta mojada y apisonada, con lo que la urna cineraria quedó por completo inamovible. A poca distancia del cuadrilátero se encontraron dos pucheros, de 14 y 15 centímetros de longitud, de barro tosco, tumbados en la forma como aparecen en la lámina V. Al uno servía de tapadera una tacita, de 8 centímetros de altura por 11 de diámetro, y al otro, un plato roto, pero que, de estar entero, alcanzaría mayor diámetro que el de la boca del puchero, y sujeto a éste por un amasijo de yeso. En el interior de ambos pucheros había cascarones de huevos de gallina, huesecillos de aves y semillas, y cerca encontramos una hebilla de bronce.

Sepultura 36.- Mide su planta 2,50 por. 1,38 metros. El pavimento estaba a la profundidad de 60 centímetros. Fue profanada al hacer la roturación, pero se hallaron en el interior de la cámara fragmentos de una urna cineraria de forma esférica, pintada de rojo toda ella y además con anillos y círculos concéntricos de un rojo negruzco; también, unos hilos recios de alambre retorcido y restos del herraje de un carro, entre los que aún se conservaba muy bien parte de los ceños de las ruedas, una de cuyas piezas medía 35 centímetros y tenía tres clavos equidistantes, doblados intencionadamente a los ocho centímetros de longitud. La anchura de ese ceño es de dos centímetros por uno y medio de grosor.

Sepulturas 37 a 47.- Se excavaron todas las de este grupo antes de nuestra campaña oficial por el Pajarero. Por tanto, se pueden considerar como perdidas en absoluto.

Hasta hace muy poco tuvieron su túmulo que las recubría; la cámara interior generalmente era pequeña, sin callejón de entrada y, por tanto, en forma de aljibe, sin muros de aparejo. Algunos de sus ajuares contenían bastantes piezas de cerámica indígena, que con harto dolor hemos visto rotas, en su mayoría, y dispersas por las inmediaciones de las sepulturas, como en venganza por no hallarse en el interior de las urnas cinerarias objetos de otro, tras de los cuales excavaba su descubridor, ilusionado por el hallazgo anterior de uno o dos juegos de aretes de oro, de los llamados de morcilla.

Habían observado los constructores de estas diez sepulturas que, a causa de haberse excavado ellas en las sinuosidades de una pendiente de bastante declive, durante las lluvias invernales se reblandecían y desmoronaban en algunas los muros de tierra del interior de la cámara mortuoria, y para evitarlo, reforzándose varios de ellos con adobes o con tablones de madera.

Sepulturas 48 a 5º.- Excavó las dos primeras el tesorero Blas. sin resultado positivo. La tercera, que está en el extremo de ese espolón que avanza entre el rincón de la Ribera y el de Guardiola, resultó de alguna importancia, pues la cámara y su callejón se hicieron con aparejo de sillería, en parte sustraída en otros tiempos, cuando fue saqueada.

Sepulturas 51 a 58.- Se construyeron todas ellas más allá del paso de la Canal, sobre una pequeña loma, en cuyas laderas existe la cueva del tío Tarima, y en las terrazas de sus inmediaciones en dirección Este. Han sido excavadas por el cortijero de la cueva de referencia, llamado Justo Ferrer.

En las requisas que hicimos por esta parte dela zona de la necrópoli comprobamos: 1° La existencia de humildísimos ajuares funerarios depositados en pequeños hoyos, género de enterramientos abundante en un cerrillo natural que se encuentra entre las sepulturas 50 y 52, contiguo a la era del cortijero, y 2.°, que las cámaras mortuorias tenían por lo regular callejón de entrada, sirviendo de ejemplo la sepultura 57, cuya planta se reproduce en la lámina VII-I.

Sepulturas 59 y 60.- Sus cámaras tienen forma de cista y las saquearon recientemente los rebuscadores de tesoros, rompiendo y destrozando el ajuar y esparciendo sus restos por unos campos, dedicados al cultivo de cereales. Se construyeron en lo más alto de las lomas que hay al Sur de los rincones de Vente Vacío.

Sepulturas 61 a 63.- Existe la creencia, muy arraigada en la comarca, de que el tío Tarima cambió de situación económica de pronto, a causa del hallazgo de un tesoro que logró al explorar dos de estas tres sepulturas. En realidad, las 60 y 61, de grandes proporciones y de cámara con callejón y aparejo de sillería una y otra, han aparecido saqueadas de antiguo. La 61 hace muy poco profanáronla Adolfino Domingo, alias el Pabliche, y otros vecinos de Galera, descubriendo en la cámara dos urnas-cajas de piedra caliza desprovistas de labores, de 36 por 47, 33 y 29 por 32, respectivamente, que contenían huesos humanos incinerados y con ellos: un pendiente de oro de forma de morcilla; ciertos granos del mismo metal, resultantes de haberse derretido en la cremación el compañero del anterior; una roseta sobre tres granos de oro, y restos de cadenilla con eslabones y cilindros espiraliformes, auríferos, y cuentecillas de vidrio. También correspondían al mismo ajuar dos vasijas de forma esférica y cuatro platos sin pintar.

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