CONSTITUCIÓN GEOLÓGICA DEL TÉRMINO MUNICIPAL DE GALERA

I.1. EL PRINCIPIO

Si nos fuese posible retrotraer ante nuestros ojos el paisaje que presentaba el altiplano Baza-Huéscar hace sólo unos dos millones de años, probablemente no lo identificásemos fácilmente a no ser por las referencias que para nosotros supondrían La Sagra, la Sierra de María o Jabalcón, por ejemplo.

Ante nosotros se extendería una llanura salpicada de charcas, lagunas, humedales y marismas de aguas dulces y salobres, festoneada por una vegetación similar a la de la actual sabana africana.

Por las riberas y extensiones no inundadas pulularía una fauna absolutamente extraña para nuestra mirada, compuesta de herbívoros de todos los tamaños (elefante, rinoceronte, oso, buey almizclero, ciervo, búfalo de agua, cabra, etc.) y de sus correspondientes depredadores (tigre de dientes de sable, lobo, hiena gigante, etc.).

Esta realidad ecológica -perfectamente constatada por las distintas excavaciones paleontológicas llevadas a cabo en el área, principalmente en la región de Venta Micena (Orce)- había tenido lugar tras un larguísimo proceso orogénico que pasamos a explicar a continuación.

Durante varios cientos de millones de años, la placa paleozoica que soporta lo que hoy conocemos con el nombre de Macizo Ibérico, había permanecido más o menos alterada gracias a la relativa tranquilidad de la era Mesozoica o Secundaria.

Sin embargo, los cada vez más frecuentes movimientos telúricos inciden en la extensísima mole y hacen que su borde meridional, en lo que actualmente es la frontera entre la Meseta Sur y Andalucía, se vaya hundiendo progresivamente entre los materiales paleozoicos subyacentes (calizas, margas y margocalizas principalmente).

Estamos ante el conocido movimiento alpino, que tiene lugar hace aproximadamente 125 millones de años y que da principio a otra Era, de características totalmente opuestas a la anterior, debido a los formidables movimientos que sufre la corteza terrestre, originando las montañas más altas de la actual orografía terrestre: la Era Terciaria. Ello da lugar a la Depresión Bética, que en ese momento alcanza una gran profundidad con respecto a las tierras colindantes, y se convierte en un profundo mar que cubre este gran sinclinal.

Los elementos que constantemente están modificando la orografía (seísmos y fenómenos erosivos de todo tipo principalmente) van colmatando progresivamente esta depresión con el aporte de otros materiales procedentes de las formaciones contiguas. Los fondos marinos se van rellenando, por consiguiente, de conglomerados, limolitas, margas, arcillas y calizas. Las capas se van depositando gradual y paralelamente dentro de uno de los períodos más destacados de la Era Terciaria: el Mioceno, que finalizó hace unos 20 millones de años.

Durante este tiempo, el mar a que hemos hecho referencia se ha ido rellenando y ahora presenta -obviamente- un fondo menos profundo que va a dar origen casi directamente a los suelos que en la actualidad componen nuestro horizonte paisajístico.

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