CALLE PEDRO CABEZAS

Hasta la fecha, ésta es la única calle de la población que lleva el nombre de un vecino de Galera. La otra, de la que hablaremos en su momento, es la Avenida de don Nicasio Tomás.

Según la rotulación que la identifica, ésta es una de las calles de trazado más complicado de las que componen el callejero de la localidad.

Tiene su inicio en el último tramo de la calle San Isidro, unos metros antes de que ésta describa un ángulo de 90º y se dirija a su intersección con la calle Iglesia. Después de recorrer unos 40 metros en dirección noreste, la calle se bifurca en tres ramales que conservan el mismo nombre. El de la izquierda se dirige con un trazado curvilíneo a su encuentro con la calle de Santa Ana, que es donde concluye. El del centro, a su vez, se vuelve a dividir mediante otro ramal una decena de metros más adelante, que describe un giro hacia la derecha de unos 360º, de manera que vuelve hacia atrás, pero ya en un plano superior, hasta finalizar prácticamente a la misma altura en que se había iniciado dicha calle. El ramal central continúa más o menos paralelo a la calle Remendado, que se desarrolla a la derecha y en un nivel superior a ésta, con la cual se comunica en un punto más o medio en su recorrido.

Este entramado se ubica precisamente al borde de la ladera del cerro de la Virgen de la Cabeza, por donde transcurren las calles Remendado y Abén Ozmín.

Hasta 1946, el nombre con que se le conocía era Remendado igualmente. Fue el 4 de mayo de este año cuando, por parte del Ayuntamiento, se procedió a adjudicarle esta nueva denominación, según cuenta don Juan Molina Romero en su manuscrito titulado “SANTO CRISTO DE LA ESPIRACIÓN (sic) DE GALERA. APUNTES HISTÓRICOS DE SU TRAÍDA; FUNDACIÓN DE SU CAPILLA Y DEVOCIÓN”, precisamente en este fragmento:

“… En la fiesta anual que en este pueblo se celebra el primer domingo de Mayo en honor del Santo Cristo de la Espiración y en la correspondiente a la celebrada el día cinco de Mayo del año 1946, y por iniciativa de D. Gesaleico Carrasco Muñoz y D. Juan Molina Romero, secundados por muchos vecinos que firmaron la petición dirigida al Ayuntamiento para que se hiciese un homenaje a Pedro Cabezas, donante de nuestro Cristo dándole su nombre a una calle de esta villa, se colocó con mucha solemnidad una lápida en la casa de Dª Salomé Martínez, que dice: ‘Calle de Pedro Cabezas’, leyendo unas cuartillas el Alcalde D. Aureliano de la Rosa Cruz alusivas al acto, y corriendo la cortinilla que velava (sic) dicha lápida. Después el Párroco interino de esta Parroquia, Frai (sic) Iturraspe, Franciscano, con mucha elocuencia espuso (sic) la historia de Pedro Cabezas y el público, lleno de religioso entusiasmo, daba atronadores vivas al Sto. Cristo y a Pedro Cabezas.

Amenizó el acto la banda de música de Baza, que se encontraba en este pueblo contratada para las fiestas.

Desde este día 4-5-1946, el barrio o calle llamado hasta hoy ´Remendado Bajo´ se llamará ´Calle de Pedro Cabezas´, pagando así la deuda espiritual devida (sic) a tan piadoso vecino por tan excelso donativo hecho a este pueblo…”

La iniciativa de este reconocimiento a Pedro Cabezas partió, al igual que había sucedido con la calle del Padre Manjón, de don Juan Molina Romero, acompañado ahora por don Gesaleico Carrasco Muñoz, es recogida en esta instancia:

SR. ALCALDE PRESIDENTE DEL AYUNTAMIENTO DE GALERA:

Los que suscriben, vecinos de esta Villa, a V. acuden y exponen:

Que habiendo rendido siempre este pueblo un culto fervoroso al Santísimo Cristo de la Expiración, y habiéndolo proclamado el pueblo con su fervor PATRONO Y PROTECTOR, y deseosos de perpetuar el nombre del que sin duda providencialmente inspirado, adquirió tan devota imagen que ha dado su recia fisonomía espiritual a nuestro pueblo, y que a Dios gracias, milagrosamente se ha salvado de la última y total devastación, creemos interpretar fielmente los piadosos deseos del pueblo y proponemos a ese Ayuntamiento que tan dignamente preside, perpetuar la memoria del donante PEDRO CABEZAS, dedicándole una calle, que bien pudiera ser la que hoy se denomina Remendado Bajo, con sus correspondiente lápida, que diría así: ‘CALLE DE PEDRO CABEZAS. Donante de nuestro Santo Cristo’.

Con el fin de dar más realce a las próximas fiestas, debería figurar en el programa de las mismas este acto como un número más de ellas.

Esperando ser atendidos en tan piadosa petición, pues así es de hacer en justicia que no dudamos alcanzar de su reconocida bondad y amor al Santo Cristo, le saludamos respetuosamente, sus convecinos y subordinados. Galera, a 5 de abril de 1946”

El escrito, firmado por treinta y un vecinos, es estudiado por el Ayuntamiento en la sesión ordinaria del 6 de abril tras lo cual sus componentes “… acuerdan que el donante de la Imagen del Santo Cristo, lleve su nombre la calle que designan en el escrito de referencia, y que en lo sucesivo la Calle que actualmente se llama Remendado Bajo se llamará… de esta forma: ‘Calle de Pedro Cabezas’…”

Como es natural, aunque tal vez conocida la historia por el lector, consideramos que en este lugar no puede faltar el relato de don Marcelino Fernández que nos informa sobre la adquisición de la reiterada imagen por Pedro Cabezas, así como las circunstancias que en ello concurrieron.

“… en 1627, a 3 de noviembre, movido del fervoroso celo y devoción de un vecino de esta villa venía considerando a Cristo en la cruz en el tránsito de la Espiración, lo que mucho había reparado en su memoria, ya que no era posible verlo en el calvario, quiso ver su imagen y figura detallada y para esto pasó a la casa y morada de don Diego Requena Beteta y Becerra, cura y Beneficiado de esta villa, y le comunicó sus buenos pensamientos, lo que el eclesiástico le aprobó y le aconsejó para que tuviera buen éxito su intención depositara la cantidad que le pareciera en la persona que fuera más de su satisfacción. Admitido el consejo por Pedro Cabezas, que así se llamaba, el cual tenía por oficio vendedor de aceite en su casa con otras cosas comestibles. Y afirman algunos sujetos los que lo conocieron que para descargo de su conciencia todas las ganancias de por menudo que él discurría podía tener y que en prójimo levemente podía ir agraviado, por razón de tener el estanco público del aceite en la villa, estas menudas y leves granjerías las iba juntando aparte de su caudal y con el consejo del Beneficiado y el deseo del mismo Pedro Cabezas tenía de no tener grabada en su conciencia a la hora de la muerte, lo puso en ejecución y para esto fueron ambos a dos a la casa de Alfonso de Medina, escribano que fue de esta villa, y por no haber querido ser el mismo Requena el depositario de cantidad, llamaron a Ginés Jiménez, a quien le entregaron ochenta ducados para que los tuviera en depósito, de todo lo cual se celebró escritura obligante el depositario a tener de manifiesto la cantidad referida y el Beneficiado Requena a poner los medios para que se hiciese una hechura en el tránsito de la Espiración de dos varas de alto y que ésta se colocara en el Altar Mayor de esta Parroquia, con su dosel y velo; concluida la escritura, que hoy para en el Archivo de esta villa, el Beneficiado Requena puso por obra el cumplimiento de su obligación y encomendó la Imagen para que se hiciera en Úbeda, del reino de Jaén, a un celebrado artífice de aquellos tiempos, cuyo nombre no he podido averiguar.

Concluida la Imagen, avisó el artífice fueran a por ella; hiciéronlo así cargándolo en un mulo y al venir por el camino del Pozo, en el río de Turrillas hay unas angosturas bastante trabajosas y temiendo los que traían el cajón donde venía la Imagen no poder pasar por algunas de ellas y ser necesario cortar algunas peñas con picos para que pudiera pasar el cajón; en estos pasos se descuidaron inadvertidamente los que venían con él y cuando volvieron a poner cuidado en la caballería ya había pasado todos los peligros, quedándose admirados de ver el suceso y un mozo más curioso que los otros tomó una cuerda, midió el cajón y después midió una de las angosturas por donde había pasado y le faltaba media vara para que el cajón cupiera.

Con este prodigio y confundiéndose los mozos sus entendimientos diciendo con San Juan que para Dios no hay cosa imposible, llegó el cajón esta villa, lo descargaron en la casa de Pedro Cabezas y así como le quitaron a el mulo el cajón, con el deseo de ver la peregrina imagen se divirtieron y el tanto el mulo fue a el sitio que llaman el ejido, se echó a revolcar como es natural en semejantes animales luego que dejan el trabajo y no volvió a levantarse porque reventó.

La casa que en aquel tiempo vivía Pedro Cabezas en la calle del Ejido es hoy de Gregorio Sánchez, organista de esta Parroquia, y vivía en la vecindad don Sebastián de Segura, el más rico de esta villa, que a la vista de los prodigios fue a la casa de Pedro Cabezas a ver la Imagen y se quedó pasmado y le inspiró Dios en su corazón y le dijo a Pedro Cabezas si quería darle la Imagen, que le haría una capilla. Pedro Cabezas, viendo que era hombre acomodado y que podía hacerlo, se lo otorgó. El mismo don Sebastián trató con los Beneficiados, Cura Regente y Diputados del sitio en se había de hacer la Capilla y registrando la pared de la iglesia no hallaron otro sitio mejor que al lado de la puerta de la iglesia y que conseguida la licencia superior y el consentimiento de los Beneficiados, Cura Regente y Diputados, se obligó don Sebastián; para esto mudaron la puerta de la iglesia del sitio adonde estaba y le costó cuatrocientos ducados, que la puerta estaba en donde hicieron la Capilla. Hizo la Capilla, su retablo y le puso un lienzo con el retrato de María Santísima y María Magdalena y su retrato de don Sebastián y en el marco está aquel responsorio que se canta el Viernes Santo en los maitines y dice: O, vos omnes qui transiti per via no atendite et videte sit dolor sicus dolor meus. Después, por la parte de afuera, adornó la Capilla con unos bastidores puestos en cuadros forrados en damasco encarnado acompañándoles a éstos el frontal de la misma y corridos dos velos que bien se halla la hermosa Imagen como en una urna.

En la licencia que obtuvo se le concedió licencia para dos sepulcros y para sus sucesores, ofrendándole todos los años media fanega de trigo. Y en el 1654, a diez y seis de octubre, fundó una Capellanía en la Capilla con diferentes cláusulas y las condiciones del Capellán era de decir una misa por su ánima e intención en el alatar de la misma Capilla con un responso al fin de la misa, en cada una de las semanas de todo el año y para dotación de esta Capellanía dejó diferentes medios, que consta en la escritura de su fundación y para el aseo y adorno y permanencia de su lámpara dejó los réditos de un molino de pan moler en el término y jurisdicción de esta villa, en la condición de que si sobrase alguna cosa de sus réditos, reparos del molino, se le digan en misas por su ánima. Y para este acto se llamó a su sobrino, el capellán don Jerónimo de Egea, y éste disfrutó de la Capellanía y don Francisco Aznar, de la iglesia de Santa maría la Mayor de Huéscar, que al presente está vivo. Dejó así mismo don Sebastián de Segura en su testamento fundados tres aniversarios de misas cantadas, que se han de decir perpetuamente en el altar de su Capilla, el uno don Sebastián y don Ángel de la Guarda y el tercero a el señor San José.

El primer capellán, don Jerónimo de Egea, reconociendo que los labradores por sus ocupaciones no podían oír misa de el alba, hizo una dotación para que en cuatro meses, de mayo hasta agosto de cada año, tuviera el mismo sacerdote, en su nombre, la misma obligación de decir misas a las once del día de todas las fiestas, pagándoselas a tres reales…”

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