CALLE DE SANTA ANA

En la intersección de las calles Iglesia y avenida Nicasio Tomás, siguiendo el trazado de la antigua carretera Galera-Cúllar, se inicia el desarrollo de esta nueva calle de la localidad, que lleva el nombre de otra de las ermitas que se levantaron en Galera siglos atrás, y concluye como tal vía donde se inicia la llamada Carretera Antigua.

En su recorrido, que es completamente curvilíneo, surgen en su flanco derecho las siguientes calles: Pedro Cabezas, Cerro de la Virgen y Abén Ozmín. Por su flanco izquierdo tenemos una ramificación de Real Alto.

Únicamente en las primeras decenas de metros de su inicio hay edificaciones a ambos lados, ya que en el resto de su desarrollo el flanco norte está abierto al río y a la vega, lo que le otorga un valor paisajístico considerable.

Hasta mediados de los años sesenta del siglo XX hubo un herradero en ella, que anteriormente había estado ubicado en la calle de abajo, la de la Iglesia.

Así mismo, tenemos constancia que en los años treinta de este mismo siglo hubo una estación de servicio de carburantes, justamente al lado de donde se alzaba la ermita que le da nombre. Tanto la capilla como la gasolinera, desaparecieron antes de la Guerra Civil de 1936-39.

Por lo que se refiera al oratorio, únicamente conocemos una fotografía sacada en los años en que se construía el puente de hierro, aunque sí tenemos noticias sobre su construcción. Para conocerlas, hemos de echar mano una vez más a nuestro libro GALERA, TREINTA Y CINCO SIGLOS DE HISTORIA.

“… La devoción a Santa Ana es patente a mediados de este siglo XVII y los vecinos deciden alzar una ermita con esta advocación. El lugar elegido es en el extremo norte del cerro de la Virgen de la Cabeza, que en aquella fecha limitaba al pueblo por ese sitio, teniendo un acceso casi a piso llano desde el centro de la villa. Al haberse demolido el edificio en los años treinta de nuestro siglo, no nos ha sido posible conocerlo. Únicamente se conservan algunas fotografías que nos aproximan a las características exteriores de dicha ermita. Parece que se trataba de un edificio de planta aproximadamente cuadrada, cubierto con un tejado piramidal de cuatro aguas. En la actualidad hay en la comarca dos ermitas que guardan con aquella alguna similitud. Éstas son las de San Sebastián y San Antón, ambas en Orce.

Pero los tiempos no son buenos. Corre precisamente 1653, año que, como sabemos, está inserto en una larga serie de ellos -doce- en los que el Reino de Granada y Andalucía han padecido una de las más largas sequías del siglo. Y justamente los dos anteriores habían sido de pésimas cosechas en toda España, por lo que los vecinos no tienen disponibilidad económica alguna. Alguien, sin embargo, propone una solución que puede ser la definitiva: vender los pámpanos de las viñas como pastos e invertir ese dinero en la obra. Como idea no es mala, pero para hacerla efectiva hay que pedir una provisión real autorizando ese extremo. La ilusión debería ser tanta que no se arredran por las dificultades. Se solicita el permiso correspondiente, el cual llega a buen término. Falta, ahora, que los vecinos se pronuncien formalmente por esa decisión. Y la manera de hacerlo es a través de la celebración de un cabildo abierto…”

Y, efectivamente, dicho Cabildo tuvo lugar el 26 de octubre de 1653, al cual fue requerido el vecindario “a campana tañida”, tal vez en la plaza, ya que no había local alguno para acoger a tantos participantes, que son prácticamente todos los vecinos de la villa.

El acto comenzó con unas palabras del Escribano, por las cuales “… les fue fecho notorio como se juntaban para efeto de q. diessen sus botos si eran consientes en que se bendiese la panpana de las biñas para con su balor redificar la ermita de mi señora Santa ana y fueron dando los botos en la forma siguiente:

Primeramte Joan de haro dixo que consiente y es su boluntad se venda la panpana de las viñas para dcho. efeto y que los ganados no puedan estar en ellas mas de tan solamente asta fin de henero del año que viene de zinquenta y quatro…”

Y así sucesivamente hasta los ochenta y seis cabezas de familia -incluidos Sebastián de Segura y Bartolomé Gómez, alcaldes, Cristóbal de Rodenas y Blas Sánchez, regidores, y Ginés Benito procurador- que habían participado en la decisión.

Sin embargo, la suma conseguida con esta acción no debió llegar muy lejos, que ya algo más de tres años después se manifiesta de la siguiente manera el Concejo:

“’En la vª de galera a vte. y un dias del mes de enero de mill y seiszientos cinquenta y siete años el cabildo desta vª por ante mi el essnno. conbiene a saber diego rodriguez y Jº de aro alcaldes gaspar bicente grabiel (sic) de biñas rexidores dixeron estando juntos en su cabildo que por quanto los bezinos desta billa unanimes y conformes dieron principio a una ermita y santuario de la adbocacion de mi señora santana y con la ayuda de las limosnas q. todos an dado se an alçado las paderes (sic) todas de piedra y porque se acabe dcha. obra de poner en toda perffecion conbiene q. todos los bezinos acudan con sus limosnas y atento a q. al presente por estar alcançados y pobres no podran acudir con lo q. quisieran por tanto mandaron q. al pie de este auto se bayan asentando las mandas que cada uno tubiere boluntad de dar a dcho. effeto con declarazion q. lo q. asi ofrecieren dar de limosna para dcho. effeto lo que no se diere luego se a de (palabra ilegible) el dia de ntra. señora de agosto primero benidero de este año sin que en ello pueda aber ni aya dilazion lo firmaron’.

Y debieron concluir la obra puesto que… en 1674 el Concejo nombra mayordomos de las ermitas, entre ellas la de ‘mi señora santana’. La imagen la costeó Marcos de Zacares, que la mandó hacer en Granada, y llegó a la villa en febrero de 1659. Según don Marcelino Fernández, ‘…tiene sentada a la derecha en la rodilla a la niña María y en el brazo izquierdo el Niño Dios, hija y nieto’”.

Deja tu comentario

Su dirección de correo no será publicada.